Sabes que dedicar tiempo para ti mismo es importante y que es buena idea celebrar los pequeños logros.
Esto te ayuda a ser más productivo y, en general, a sentirte mejor, más feliz.
Así como procuras encontrarles cauce a las emociones negativas, está bien que lo hagas con la alegría y la satisfacción del deber cumplido. En este caso, para darte una fuerza que te servirá para seguir conquistando objetivos, grandes y pequeños.
Sí, sí… Ya lo sabes. Pero, a la hora de llevarlo a cabo, quizás te detengan pensamientos como:
- No me puedo permitir hacer el vago todo este día.
- No sé si me lo merezco. Sólo cumplí con mi obligación.
- Ya lo celebraré más tarde.
¡Caramba! Si, desde que pones un pie fuera de la cama hasta que reposas en ella por la noche, te das contados respiros… Por supuesto que te mereces un descanso, con reconocimiento incluido.

Ahora, si te parece, pongámoslo en práctica:
1. Selecciona qué pequeños éxitos vas a celebrar
Con haber estado toda la semana al pie del cañón, ya mereces un homenaje. Pero está bien que seas más concreto, para que la celebración gane en sabor.
Haz una revisión de tus objetivos, retos y cosas difíciles por hacer, y fija marcas para que, cuando cumplas, te homenajees de lo lindo.
Ejemplos: Haber rebajado medio kilito de peso, terminar de leer un libro, ir a una conferencia, etc. (Depende de cuáles sean tus objetivos.)
2. Elige cómo vas a celebrarlos
En proporción al logro, establece una recompensa. Decídela de antemano.
Puede ser algo tan simple como tomar un baño relajante o tan espectacular como un viaje a la otra punta del mundo.
3. Date permiso
El punto más difícil para muchas personas es éste: Darse el derecho de disfrutar del logro (así sea pequeñito).
¿Qué importa que otros no le den valor? Dáselo tú. Te mereces ese paréntesis para descansar y celebrar el logro a tu manera. Y, como hemos dicho, verás que se aprecia una mejora en tu productividad cuando vuelvas a la carga.
4. Deja a un lado todo lo demás
El tiempo de disfrutar es sagrado (lo mismo que el de trabajar). Apaga el teléfono o cualquier artefacto que pueda sonar… y entrégate al momento de la celebración.
5. Dale vacaciones a tu crítico interno
El teléfono no suena, pero ahí está esa vocecita interior que te recuerda que deberías estar haciendo cosas productivas.
Dile que se calle un rato. Repíteselo, si no se entera. Y vuelve a la celebración… Disfruta del momento todo lo que puedas.
Es importante que sepamos generar y aprovechar oportunidades para sentirnos contentos con nosotros mismos, y que seamos artífices de nuestra propia felicidad.
Piensa que ninguno de nosotros tiene la vida comprada y que, cuando llegue el final, ésa es la sensación más valiosa que nos quedará: La de haber disfrutado y compartido todo lo bueno que se pudo.
¡Vamos! ¿Has pensado qué es lo próximo que vas a celebrar?