La vida nos sorprende más de una vez cuando, pese al deseo y al esfuerzo que dedicamos a un objetivo, nos deja caer al suelo.
Si el golpe nos lo llevamos tras intentar algo sin tener demasiadas expectativas al respecto, no es demasiado grave.
¿Pero qué pasa cuando uno se ilusiona, se empeña y pone toda la carne en el asador? Ver que lo construido se desmorona… duele mucho.
Eso es la frustración, aunque en el segundo caso el golpe sea más fuerte, bastante más.
Nos ocurre como a los niños, que tienen unas cuantas caídas aseguradas antes de lograr el equilibrio necesario para caminar.
Durante toda la vida nos enfrentamos a pequeñas o a grandes caídas que no nos apetecen, pero que forman parte de la aventura.
Lo bueno es que, al ser adultos, tenemos más recursos para desahogarnos o canalizar esas emociones negativas.
De eso hablamos hoy; de cuando nos estampamos en el suelo. ¿Cómo nos liberamos de ese sentimiento de frustración tan desagradable?
Aquí van algunas opciones:
1. Llorar
Incluso, llorar a berrido limpio. Sentir el dolor, expresarlo y dejarlo ir con las lágrimas es saludable.
Además, tras esas lágrimas suele venir después un estado de relajación, que no logramos si nos guardamos dentro toda esa tristeza.
2. Hacer ejercicio
Si te sientes profundamente rabioso, ésta es una buena opción.
Muévete, que te sentirás mucho mejor que si te quedas rumiando con la cabeza debajo de la almohada.
Una alternativa que desahoga bastante, precisamente, es golpear la almohada.
Pues sí, aunque yo creo que, quienes tienen tendencia a acumular ira podrían considerar la idea de comprar un punching ball o algo que hiciese las funciones del mismo.
¡Ah! Y, si sientes la necesidad de acompañar los movimientos con palabras malsonantes, no sientas culpa. Esas palabras tienen una función desestresante y es una buena ocasión para usarlas.
3. Escribir
Hay personas para quienes lo más efectivo es dejar salir todo ese dolor por escrito.
Además de expulsar el malestar, consiguen ordenar sus pensamientos.
4. Hacer arte
Cuántas canciones, poemas, novelas y otras historias se habrán compuesto precisamente así: dejando salir las frustraciones; expresando el malestar.
Volcar una mala experiencia en algo creativo es muy rentable. En un tiempo, el mal trago pasará, pero habrá dejado algo positivo tras él.
En definitiva, una opción a considerar para los amantes del arte.
5. Hablar con alguien
Este recurso es tan efectivo y sencillo que todos lo hemos utilizado en alguna ocasión.
Simplemente que alguien nos escuche, reconforta.
A algunas personas no les gusta agobiar a otras con sus problemas y prefieren guardarse dentro las penas y tensiones. A mí me gustaría sugerirles que las compartan, porque no se trata de un gesto egoísta. Estamos para apoyarnos y ayudarnos a levantarnos mutuamente cuando caemos, ¿o no?
Basado en: Six Great Ways to Vent Your Frustrations.
Imagen de eflon
Alba dice
Jeje yo soy de las que no cuentan las cosas como ya te dije, pero estoy intentando cambiar :).
Mucha gente usa la almohada para cubrir su cara mientras blasfema, para no molestar, yo una vez lo intenté pero me sentí absurda,jeje. Supongo que no es mi manera de desahogarme.
Yo suelo escribir, o hacer poemas, eso sí que me funciona :). Además hay veces que un tiempo después leo lo que escribí y pienso: «Vaya hice una montaña de un grano de arena» y aprendo para la próxima vez.
Un besazo que desahogue toda la gratitud que siento por tus grandes entradas 🙂
TBM - Casandra dice
Muchísimas gracias, Alba.
Te cuento que, a lo largo de mi vida, he pasado por distintos estilos de desahogo. El más pintoresco fue cuando el estrés de los estudios (que no iban muy bien en esa fecha) lo liberaba viendo películas de terror. Ahora la cosa ha cambiado. Ya no puedo soportar esas escenas violentas. Es curioso. 😆
He notado que, ya que soy más mayor, el cuerpo me pide llorar cuando algo me duele mucho. Supongo que una misma persona va variando la forma de echar afuera esas malas sensaciones e incluso las combina de manera distinta.
Lo de la almohada no lo he probado, ja, ja… Ah, bueno… Lo de aporrearla, sí, cuando era pequeñita. 😀
Besos!!!!