Aprender de las frustraciones: ¿qué te enseñan?

Esta breve entrada describe qué son las frustraciones e invita a la actitud de aprender de ellas.

Porque todos pasamos por la desagradable experiencia de que la realidad se separe de nuestros deseos. Pero no todos sacamos provecho de esa experiencia.

¿Extraes alguna enseñanza de tus frustraciones?

¿Qué tiene que ocurrir para que te sientas frustrado? La frustración la conocemos todos. Pero cada cual la siente en circunstancias distintas y con más o menos intensidad.

Hay personas que se frustran por el menor inconveniente.

¡Qué mal! Está todo lleno de coches. Me va a tocar aparcar en el quinto pino.

Conoces a personas así, con escasísima tolerancia a que la realidad se salga de sus preferencias. Y también conoces a personas más resistentes, que se frustran ante situaciones de más envergadura.

Conocer a personas que jamás se frustren es más difícil. Quien más y quien menos suele tener deseos, expectativas, ilusiones… Y, en algún momento, la realidad dice:

Pues va a ser que no.

frustraciones: señal de prohibido el paso

Por mi parte, conozco a personas que se frustran cada dos por tres. Y a bastantes que, conforme han ido pasando los años y las experiencias, han ido progresando en su tolerancia a las situaciones incómodas, así como en la manera de afrontarlas.

De ese grupo es del que quiero aprender. No sucumben al berrinche cuando se les derrama la bebida en el traje o nimiedades así. Pero sí lo pasan mal cuando, por ejemplo, invierten lo mejor de sí mismas en un proyecto y este se desmorona.

Antes que de las personas que jamás se frustran, porque desean las cosas del modo en que suceden (difícil propuesta la de Epicteto, el estoico), prefiero aprender de las que manejan el conflicto, porque me identifico más con ellas.

Eso es: quiero aprender de las personas que deciden aprender de las frustraciones.

La frustración no es más que un conflicto entre tus valores o lo que deseas y lo que ocurre en realidad. Y, a veces, un conflicto útil, cuando sirve para que te des cuenta de cuáles son dichos valores o expectativas.

Ese sentimiento poco agradable puede ayudarte a conocerte mejor a ti mismo: tus deseos y tus valores, así como tus recursos para hacerle frente a una realidad que no te gusta, pero que aceptas como es.

Sentirte frustrado no es obstáculo para que, pasado el dolor inicial, lo dejes atrás; para que elijas el camino que creas conveniente; para capear lo ocurrido como buenamente puedas o para resurgir con más fuerza que antes.

Eso también lo has vivido, como yo. Hemos aprendido cada vez que la realidad nos ha dado el “No”. Y tal vez nos queden unas cuantas frustraciones en el horizonte. Lo bueno es que cada día tenemos más práctica con ellas.

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