Hay una enorme diferencia entre las personas que no consiguen el dinero necesario para costearse lo básico y quienes, ganando un buen sueldo, se quejan de que no llegan a fin de mes.
En el segundo caso, el problema pinta a que tiene que ver con los hábitos. Por eso mismo, no se resolverá teniendo más dinero, sino cambiando los hábitos que están perjudicando.
Pensemos en la cantidad de personas que quedaron en la ruina (ejemplos, aquí) después de ganar la lotería o de recibir una ganancia inesperada.
Tal vez creyeron que el dinero les ayudaría a ser más felices, porque pondría en sus manos muchas cosas “bonitas” (vacaciones, objetos lujosos y demás). Y resultó que acabaron más entrampados y miserables de lo que estaban antes de la lluvia de dinero.
Para mí, decir “tonto” no explica la raíz del problema. Más bien, estamos ante personas con una escasa formación financiera o con malos hábitos en el manejo del dinero.
Hay algo que falla cuando una persona, que gana un buen sueldo todos los meses, se queja de que no llega a fin de mes… Y no es la falta de dinero.
¿Cuánto dinero necesitas para costearte la vida que quieres?
¿Cómo te gustaría vivir a ti? Elige el estilo de vida que va más contigo y, a partir de ahí, decide qué cantidad de dinero necesitas.
Y, mientras llegas a conseguir la cantidad de dinero que tú consideras óptima, aquí tienes tres hábitos (básicos, básicos) que te quitarán estrés de encima:
- Gasta menos de lo que ganas. Es el más importante de todos los hábitos relacionados con el dinero. Respétalo siempre.
- Huye de las deudas. O bien, liquida las que contraigas lo antes que puedas.
- Guarda una parte para ahorro e inversión (así sea minúscula).
Vale que la propuesta es sencilla. Pero a muchos no nos enseñaron esto en la escuela. Más bien, se nos enseña a hacer todo lo contrario. De ahí que haya tantas personas que, sin necesidad de pasar apuros, se las ven y se las desean con sus finanzas personales.