Supongamos que hoy es un día corriente, del montón. No estás envuelto en graves complicaciones o aflicciones. Pero tampoco estás cerca de lo que sería un día maravilloso.
Por cierto, ¿cómo es para ti un día maravilloso? ¿Lo has pensado?
Cómo es un día maravilloso
Es de suponer que cada persona imagine distintos retratos de días que calificaría como “estupendos” o “maravillosos”. Partiremos, entonces, de cosas generales que nos gustan a muchos:
- luce el sol y la temperatura es ideal
- tienes tiempo para descansar
- tienes tiempo, también, para compartir con los que quieres (que amanecen relajados y luminosos, a tono con el día)
- no hay obligaciones que te esperen y la casa está impoluta
- puedes pasarte horas practicando el hobby que más te guste
Ese día suena estupendo, ¿no? Sin perjuicio, claro está, de que haya otro tipo de días que, para ti, también merezcan el calificativo.
Ahora, vamos con la segunda parte.
Fabriquemos un día estupendo… o acerquémonos lo que se pueda
En mi opinión, los días corrientes pueden acercarse bastante a los estupendos. En ambos habrá cuestiones lejos de nuestro control: la misma meteorología o la actitud de las personas con quienes nos topemos, por ejemplo.
En los días comunes y corrientes, tal vez, tenemos más limitaciones, en forma de “deberes” o compromisos. No obstante, nos queda margen de maniobra.
- Quizás hoy no sea uno de esos días en los que podemos levantarnos después de habernos hartado de dormir y vaguear en la cama. Pero sí podemos dormir el tiempo necesario para recuperar energías.
- Quizás no contemos con la oportunidad de pasar el día entero correteando por la playa o por el campo. Pero podemos escaparnos un rato para ir al parque.
- Quizás tampoco haya ocasión para hacer una convivencia con familia y amigos que dure varias horas. Pero sí podemos compartir una agradable charla con alguno de ellos.
- Quizás no vayamos a dedicar la tarde entera a un hobby. Pero sí podemos disfrutarlo unos minutos.
¿Dónde vamos a parar con esto?
A que podemos incluir lo que más disfrutamos en un día común y corriente, como pueda ser éste.
Eso sí, hemos de adaptarnos a los recursos que tenemos disponibles: tiempo, energía… Y uno que, en particular, hace la diferencia: la atención.
Importa más que te metas en el momento y lo saborees, que la cantidad de tiempo que puedas dedicarle. Compruébalo, si no lo has hecho.
Creo que podemos fabricarnos un día estupendo… o quedarnos cerquita. Intentarlo será agradable. ¿Qué? ¿Te apuntas?
Imagen de Joaquin Villaverde Photography