¿Cómo ves tu vida de aquí a cinco o a diez años? ¿Tienes algún plan, aunque sea mínimo?
Si es así, prepárate para hacerle ajustes o para sustituirlo por otro. Cuanto más detallado sea el plan, más probable es que necesites hacer cambios. No obstante, merece la pena planear un poco.
“Planificar” suena cuadriculado, a perder espontaneidad o la capacidad de improvisar. Cuántos eventos salen bien sin necesidad de planearlos…
Es cierto. Pero aquí nadie habla de planearlo todo. Y tampoco de hacer un plan rígido, en las circunstancias que se presten a trazar un plan.
Planear es elegir tu rumbo
Planear exige que uses tu imaginación, que te atrevas a soñar con el futuro que tú quieres. ¿Qué hay de cuadriculado en soñar?
Trazas un plan porque te ves a ti mismo en una imagen que te gusta y dibujas cuál es el recorrido para llegar hasta ahí.
Lo más seguro es que, a medida que vas haciendo el camino, necesites ajustar el plan. O incluso cambiarlo por otro, porque el plan se vaya al traste, porque sobrevengan circunstancias con las que no contabas o porque, con el tiempo, cambie tu perspectiva o cambien tus prioridades.
Eso no quita que, mientras tienes un plan en la mano, estás moviéndote hacia delante en la dirección que tú elegiste.
¿Qué pasa si dentro de cinco años tienes otros intereses? No serías el primero en cambiar de plan. Haces un plan diferente y ya está.
Ay, si yo te contara las veces en las que he hecho ajustes y cambios en los planes… Ay, si te hablara de las veces en las que he aterrizado en una situación totalmente diferente a la prevista…
No es necesario que te cuente ninguna batallita. Tú ya tienes experiencia en esto y sabes que los planes están sujetos a cambios, porque no podemos controlarlo todo ni sabemos qué pasará en el futuro.
Aun así, tener un plan (aunque sea muy simple) es preferible a no tener ninguno. Un plan te mantiene enfocado y te ayuda a tomar decisiones, porque lo que decidas en adelante estará de acuerdo con esas líneas de acción que tú has establecido.
Sin plan vas dando bandazos. Con plan avanzas, aunque más tarde le hagas ajustes o incluso te apetezca variar el rumbo y avanzar en otra dirección.
Atrévete a soñar. Imagina el futuro que quieres y piensa en cómo vas a llegar hasta ahí. ¿No es una aventura fascinante?
Pues eso, haz un plan.