¿Te gusta recibir críticas? ¿Les sacas provecho? Afrontar y aprovechar las críticas son de esas habilidades que se aprenden con la práctica.
De entrada, las críticas no resultan agradables porque llevan implícita la idea de que algo que has hecho (o incluso tu propia persona) no son del gusto de quien observa. Y eso puede tener un impacto negativo en la valoración que tú haces de ti mismo.
¿Cómo puedes aprovechar las críticas sin que erosionen tu autoestima? Apuntemos ideas para practicar esto.
1. Escucha
¿Qué sientes cuando comienzas a escuchar una crítica? ¿Tensión? ¿Notas que respiras más deprisa?
Unas veces más y otras menos, la crítica es incómoda. Y la reacción natural a esa incomodidad es proteger el ego del “ataque” que se está produciendo.
Cuando estés escuchando la crítica, trata de respirar con calma y de dirigir tu atención a las palabras del crítico. Simplemente eso: Escucha.
2. Piensa en la intención de la crítica
Se supone que una crítica se hace con la intención de ayudar al otro. Pero esto no siempre se cumple. Los motivos del crítico pueden ser muy variados. Trata de ponerte en su lugar.
Ya que escuchas la crítica, puedes preguntarte QUÉ hay detrás de su opinión:
- ¿Observas una honesta intención de ayudarte?
- ¿Crees que trata de ponerse por encima de ti?
- ¿Suele ser muy crítico en general?
- ¿Se habrá levantado con el pie izquierdo?
- ¿Se deberá a que le caes mal o a que está molesto contigo?
- ¿La crítica está dirigida a tu persona o a lo que has hecho?
- Etc.
Desde luego, te puedes equivocar e intuir un motivo distinto al real. Para eso está la práctica. Y ocasiones para practicar van a sobrarte (como a todos).
Cuando el crítico tiene la intención de ayudar, vale la pena darse cuenta de ello, para aprovechar (o no) la oportunidad de mejorar o de ver las cosas de otra manera.
3. Pide información
Quien critica está en la “obligación” de explicar su crítica y de ayudar al otro en caso de que quiera cambiar o mejorar el asunto. De lo contrario, no estamos hablando de una crítica constructiva.
Si necesitas más información sobre lo que el crítico dice que está mal, pídesela.
Pregúntale qué es exactamente lo que no se adapta a su gusto. Y, si no te las ha ofrecido, pídele también alternativas: ¿Cómo lo habría hecho él/ella? ¿Cómo lo arreglaría?
El que critica está “obligado” a aportar soluciones. Si no lo hace -recuerda- la crítica NO es constructiva.
4. Decide qué hacer con la crítica
Ahora sí es el momento de responder. Ya tienes información para hacerlo. Si no estás de acuerdo con la crítica, puedes exponerle al crítico tus razones tranquilamente.
Si estás de acuerdo con la crítica, puedes elegir entre seguirla o no seguirla.
(Bueno, lo segundo quizás no sea una opción cuando la crítica viene del jefe…)
Y, si la sigues, habrás de decidir las acciones que vas a ejecutar para hacer el cambio. Por supuesto, en este proceso está implicado el crítico.
Como ves, el papel del crítico también tiene lo suyo.
No basta con que diga lo que no le gusta. Para cumplir con el objetivo de ayudar que se supone que tiene la crítica, ha de ofrecer información y soluciones al receptor, así como acompañarlo en el proceso de cambio.
Lo demás NO es una crítica constructiva. Y estás en todo tu derecho de pasar olímpicamente de ella. 😉
5. Deja atrás la crítica
Hay críticas que duelen bastante, incluso siendo constructivas. Puedes estar pensando en ellas durante un largo tiempo. Calan en ti y provocan tus dudas.
Trata de no alimentar ese dolor. Todos hemos metido la pata sonoramente y a todos nos han hecho críticas. Lo que no quita que seamos valiosos y que hagamos bastantes cosas bien en otros momentos.
Quédate con la lección, si es útil, y mejora lo que quieras mejorar. ¡Actúa! Y deja atrás el momento de la crítica. El sufrimiento extra no va a servirte para progresar.
Espero que te resulten útiles estas ideas. Ya verás cómo tienes (o tenemos) ocasiones para practicarlas.