Despiertas una mañana y te das cuenta de que perdiste la ilusión. ¿Cómo ocurrió?
¿Fue de repente? ¿O te diste cuenta de que la ilusión iba escapándose despacio, un día tras otro?
Sin entusiasmo puedes seguir adelante. Claro que sí. Como tantas veces, nada te impide cumplir con lo tuyo sin tener la motivación por las nubes. Pero no se siente uno igual de bien.
¿Sabes? Hay veces en las que la ilusión se pierde por una cuestión simple: el cansancio.
Eso es. No viene provocada por un desengaño, por un fracaso o por una depresión que te haya echado las garras.
Te esfuerzas por ir resolviendo tus asuntos a piñón fijo, sin parar. Te mueves hacia delante, un día y el siguiente. Cada vez cuesta un poco más… hasta que notas el desgaste.
¿El desgaste físico? Ese se recupera con una buena noche de sueño. Pero, si el cansancio es también emocional, requiere algo más de esmero.
Reencuentra la ilusión perdida
Vas a estar junto a bastantes de nosotros en la misión de re-encontrar las energías y las ilusiones perdidas. Un buen plan podría ser este:
1. Toma conciencia de lo que ocurre
Levanta la cabeza de lo que estés haciendo y plantéatelo con honestidad: ¿a la misma tarea que antes le dedicabas una hora (y quedaba bien), ahora necesitas dedicarle dos? ¿Te notas lento? ¿Más despistado, quizás?
A veces estamos tan enganchados a la rutina, que no nos damos cuenta de cómo ha ido decayendo nuestra productividad.
2. Decide parar o bajar el ritmo
Con el ritmillo que marca la sociedad, descansar se ha convertido prácticamente en un acto de valor. Atrévete con él. Va a ser duro. Quizás decepciones a alguien o te sientas incómodo.
Pero así prevendrás mayores decepciones y muy probables. Las que se produzcan ese día en el que, efectivamente, no puedas más y tengas que parar a la fuerza.
3. Practica eso que te pone de buen humor
¿Qué es? Redescúbrelo y tómate tiempo para saborearlo. Tus actividades preferidas son una fuente de energía. Restablécete con ellas. Tómate en serio el tiempo libre.
Verás que, al volver a tus quehaceres habituales, incluso piensas diferente; de manera más lógica, más clara, más creativa. ¿Lo has comprobado?
4. Recuerda aquellos días con chispa
Los días en los que sí brillaba la ilusión, ¿cómo eran?
Recuerda qué tenían de especial. Si ahora puedes recobrar algo de aquella fórmula, adelante. Recréalo.
5. Quita lo que sobre
Sacar de tu vida lo que sobra es un descanso, da paz mental.
¿Qué tiene que ver esto con la ilusión perdida? Mucho. Lo que estorba produce estrés. Y el estrés mata el entusiasmo.
Así que echa un vistazo y plantéate quitar lo que esté de más: hábitos nocivos, compromisos insulsos… o hasta trastos de más que tengas en la casa.
¿Qué te parecen las propuestas? Prueba alguna.
Si tu falta de ilusión se debe al cansancio, en cuanto te relajes, te diviertas y recortes en estrés, vas a notar la mejoría.
Y yo también me apunto al plan, porque ahora mismo mi ilusión está parpadeando como esas bombillas antiguas antes de fundirse.
Nada, nada. ¡A reponer ilusión!