Levantarse con el pie derecho va a implicar que, durante el día, estés más inspirado y seas más productivo con tus cosas.
Entre los factores que influyen en que el día vaya así de fluido están las primeras acciones que realizas al levantarte.
Cada persona tiene su propia manera de amanecer, sus costumbres mañaneras. ¿Las tuyas facilitan que estés de buen ánimo para abordar el día?
Aprender a levantarse con el pie derecho (o con ánimo y disposición favorables) no es automático. Especialmente, cuando estás acostumbrado a tus rituales de siempre y te resistes a cambiarlos.
Dado el ritmo que llevamos, es frecuente empezar la mañana con prisa. Algunos apuran hasta el último minuto en la cama, hacen un sprint en sus primeras actividades y llegan a su trabajo (cualquiera que sea) medio quemados.
Pero… ¡si apenas comienza el día!
La manera en la que vives los primeros compases de la jornada suele influir en lo que viene después. Ya lo habrás visto. Esas primeras acciones que realizas cuando te levantas pueden decantar tus ánimos hacia un lado o hacia otro.
¿Quieres comprobarlo?
1. Levántate un poquitín antes
Lo suficiente para no apurarte con las prisas, al menos. Aunque lo suyo es que realices una actividad placentera al despertar (estirarte, leer un poquito, meditar, hacer ejercicio, por ejemplo).
Compara ese inicio con el de cuando te levantas de la cama y sales a toda mecha. No hay color.
2. Elige tus expectativas
Si te da la gana de anticipar que éste va a ser un día fructífero o productivo y que lo vas a pasar bien, no te costará ponerte de buen humor.
Pero, si no te sale pensar que será un día estupendo, al menos NO pienses que va a ser muy pesado, que tus problemas irán de mal en peor y que estás hasta las narices del asco de vida que te ha tocado. (Recién levantado, uno puede ser bastante negativo.)
Tira a la basura los pensamientos que no te sirven. Y compáralo con los días en los que te pones frente a lo tuyo totalmente abatido por ellos.
3. Aliméntate bien
Esto ayuda a ejecutar el punto anterior. Como alimento cuenta el desayuno, por supuesto, que te provee de energía. Y también cuenta como alimento lo que eliges para alimentar tus pensamientos.
Por ejemplo, la gratitud. Mira por la ventana, mira alrededor o mírate tú y percátate de lo bueno que está ahí. (Lo malo resalta por sí solo.)
Más ideas: piensa en el amor, en tus hobbies, en lo que sea que te dé fuerzas; ponte música de la que te gusta… Todo eso también es alimento.
4. Decide qué vas a hacer con el día
Date unos instantes para trazar un rumbo; para decidir qué es lo que vas a hacer y, por qué no, para pensar también en lo agradable que te espera una vez hecho.
Los días en los que partes con las ideas claras (aunque hagas ajustes por el camino) suelen empezar y desarrollarse mejor que ésos en los que corres sin pensar.
Cualquiera de estas ideas ayuda a empezar el día con el pie derecho, siempre que decidas incorporarla a tu rutina mañanera. ¿Le darás una oportunidad a alguna de ellas? Así compruebas si te sirve… 😉
Imagen de orangeacid