Toca homenaje a la limpieza: una costumbre imprescindible para vivir medianamente bien.
¿Imprescindible? Me parece que sí. Y no sólo hablando de lo material.
Fijémonos en la importancia de la limpieza en varios supuestos:
- Limpiamos (lavamos) el cuerpo, para que la mugre no se haga costra.
- Limpiamos nuestros entornos cotidianos, para quitarnos estrés y porquería de encima.
- Limpiamos el ordenador. Al disco duro ya no le cabe ni un byte, después de todo lo que le hemos metido.
- Limpiamos el alma de dolores y rencores, para que la carga acumulada no nos ahogue por el camino.
- Hasta por el bien de nuestra autoestima hacemos limpieza…
Porque ocurre que, si no limpiamos, lo deseable se va acumulando junto a lo que ya no sirve y forma una bola caótica, que nos resta energía, fluidez y paz existencial.
Despejando el espacio
¿Qué sientes cuando entras en una casa limpia y ordenada? Una casa donde están las cosas que usas y las que amas. ¡Qué maravilla!
El trabajo duro ha valido la pena. Te costó clasificar y decidir qué hacer con tantísimo objeto acumulado durante años.
Sin embargo, lo sacaste de tu espacio y, en lugar de echar de menos la sensación de estar en una casa atestada de cosas, te preguntas porqué no se te ocurrió antes hacer esa limpieza a fondo.
Limpiando los sueños
Del mismo modo que limpiaste la casa, decidiste hacerlo con tus objetivos, proyectos, deseos, etc.: Ahora te centras en tus prioridades.
Tiraste al contenedor de reciclaje los sueños que otros tenían para tu vida (que en su día hiciste tuyos), así como las expectativas que tú albergabas hacia otros.
Por el mismo camino, también se fueron malos hábitos, tareas alienantes y presiones variadas que estaban estorbando.
La lista ha quedado significativamente reducida. El tiempo y la energía se han multiplicado. Y ahora los destinarás a lo que realmente importa.
Reduciendo el medio social
¿Quién dice que esto no es limpieza? Que te lo pregunten a ti.
Decidiste dedicar más tiempo y amor a todas esas personas valiosas; a las que te inspiran, a las que te quieren bien; a las que conoces poco, pero te dan buena espina, etc…
Y echaste al vertedero a todos los vampiros que te amargaban la vida.
Bueno, a tu jefe y a tu prima borde no pudiste mandarlos al vertedero. Tienes que soportarlos de tanto en tanto. Pero has recortado tu devoción hacia ellos al mínimo posible. Y, sí, ha sido un alivio…
Un aplauso pa’ ti.
En fin, seguiremos adelante, porque esto de la limpieza es una tarea continua y periódica, como el comer.
Lo bueno es que tú y yo tenemos claro que vale la pena hacerlo y que sí es una costumbre imprescindible para poder vivir saludables, tranquilos y cuerdos. Definitivamente.