Lo peor que puedes hacerle a una mala persona

En nuestro vocabulario cotidiano, empleamos la expresión «mala persona» dedicándosela a alguien que hace daño a propósito, sin importarle lo que podamos sentir.

Es más, a veces parece que hay gente que incluso disfruta haciendo que otros lo pasen mal.

Esta actitud es retorcida y absolutamente impropia de alguien que está a gusto y feliz con su propia vida. La mayoría de la gente que es «mala» no es feliz.

Siempre hay excepciones, pero, lo más frecuente que se comporte así quien ha padecido o padece tanto, que siente cierta compensación cuando ve que otro lo pasa mal.

A menudo alguien es «malo» por envidia, rabia, miedo, frustración, etc.

Pero, ¿qué importan los motivos? Tanto si se trata de una envidia dañina como de una extraña anomalía genética, el resultado es el mismo: Alguien que se cree con el derecho necesario para destruir a otro.

mala gente

Podemos evitar o contrarrestar la acción de estas personas negativas adoptando una serie de actitudes básicas.

Pero la mejor forma de romper sus planes es llenarse del valor necesario para ser uno mismo.

Cuando te ataquen sin razón, intenten sabotearte, ponerte de mal humor, hacerte sentir inseguro o provocar que estalles de rabia. En ese tipo de situaciones es cuando más tienes que continuar dando lo mejor de ti: Que no puedan apagar tu luz.

Hay una fábula, de autor anónimo, que ilustra muy bien lo anterior.

Había una vez una luciérnaga que, día tras día, era perseguida por una serpiente.

La luciérnaga, ya que estuvo demasiado cansada para continuar huyendo, se detuvo para hablar con su perseguidora.

— ¿Puedo hacerte tres preguntas?

— Como te voy a devorar de todos modos, pregunta lo que quieras. -contestó la serpiente.

— ¿Pertenezco a tu cadena alimentaria? – preguntó la luciérnaga.

— No. – dijo la serpiente.

— ¿Te he hecho algún mal?

— No.

Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?

Porque no soporto verte brillar.

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