Llevas un tiempo esforzándote. Han sido días en los que tomaste una y otra vez la decisión de continuar, sin sucumbir a los placeres momentáneos, ni a la falta de motivación, ni a las opiniones contrarias de quien habla por hablar.
Tras ese tiempo, comienzas a ver los resultados de tu dedicación. Y te alegras por ello, cómo no.
No sólo tú puedes ver el avance. Hay quien se acerca para felicitarte por él o para preguntarte sobre tu experiencia. Y, entre tus explicaciones, aparece un fragmento parecido a: “… Tuve suerte. Me vino todo rodado.”
Al mencionar la “suerte”, quizás te acuerdas de personas que se las ven con circunstancias muy desfavorables, que escapan a su control y que constituyen un obstáculo enorme para conseguir sus metas.
Tú tuviste la “suerte” de no sufrir una calamidad espantosa, ninguna tragedia (como una enfermedad limitante o un desastre natural) que te impidiera avanzar. Pero, hasta ahí. Tu avance no fue sólo una cuestión de suerte.
Reconoce tus méritos
Al atribuirle tu logro a la “suerte”, estás minimizando la importancia de tu esfuerzo, de cada decisión acertada que tomaste y de las veces en las que venciste la inseguridad o la falta de ganas. Únicamente con “suerte”, no hubieras llegado hasta donde estás.
Y también quitas importancia a las personas que te apoyaron en el camino y que, por tanto, también merecen reconocimiento.
Recuerda esas veces en las que no lo hiciste tan bien o no trabajaste tan duro. Fuiste crítico contigo mismo. Puede que hasta durísimo.
Cuando le achacas tu avance sólo a la “suerte” también estás siendo duro contigo. Tú, que se supone que eres quien mejor sabe lo que te ha costado avanzar, ¿por qué no reconoces tu mérito?
Se comprende que haya personas que atribuyan tu buen progreso a la “suerte” que has tenido. Es gente que quizás no conoce tu historia o que, según su situación, saca las conclusiones que gusta. No todos van a darte una palmadita en la espalda.
Pero tú sí es bueno que te la des, que reconozcas el trabajo bien hecho. Porque eso te dará fuerza para continuar y valor para enfrentar nuevos desafíos, que los habrá. Y, además, para salir adelante cuando la “suerte” no esté de tu parte.
Imagen de Adriana Cecchi
Comentarios
2 respuestas a «¿Tu logro fue sólo una cuestión de suerte?»
Que el corazón lata es un movimiento involuntario e inconsciente, es una suerte que siga latiendo, ojalá durante muuuuucho tiempo. Y hasta con esa suerte jugamos a veces.
Todo lo que hacemos mientras late, depende de nosotros mismos y de las circunstancias que nos rodean y a las que nos adaptamos: si llueve buscamos un paraguas y no nos mojamos, o corremos y nos mojamos sólo un poco.
Esta entrada de hoy es una reflexión que muchas veces necesitamos recordar para evitar que nadie, ni nosotros mismos, boicotee nuestro esfuerzo.
Gracias una vez más.
Te deseo una feliz semana llena de suerte, ganas y buenos resultados.
Besitos.
Sí que es cierto que, sólo que el corazón siga latiendo hoy, es una suerte. Lo demás, a ver cómo lo manejamos. 😀
Muchísimas gracias, Malú. Ojalá que a ti también te acompañe también la “suerte” ésa de saber transformar las circunstancias en buena suerte. 😉
¡Besos! Que disfrutes mucho de la primavera. (Qué cosa más bonita.)