Hoy en día muchas compañías se dedican a comercializar aparatos de gimnasia verdaderamente completos, los cuales nos permiten realizar una gran variedad de ejercicios en casa para tonificar nuestro cuerpo.
Estas máquinas están pensadas para un uso doméstico. Pero muchas personas, antes de comprar una de ellas, tienen dudas sobre si verdaderamente merece la pena la inversión.
Consideremos algunos pros y contras.
El tiempo disponible
En un principio, la compra de un aparato es una buena opción para aquellas personas que disponen de poco tiempo para realizar ejercicio físico.
Estando la máquina en casa, a la mano, es más cómodo dedicar unos minutos cada día a mover el cuerpo.
Es cómodo y rápido. No hay que vérselas con las inclemencias meteorológicas ni pagar el precio de acudir a un gimnasio.
Aunque, hablando de gimnasio, salta a la vista una desventaja de los aparatos caseros: La persona que se ejercita en casa no tiene a un instructor para aconsejarle ni para advertirle de las precauciones que debe tomar. Esto, para hacer efectivo el entrenamiento y evitar lesiones.
La variedad
Consideremos también la variedad. Hay máquinas y aparatos para ejercitarse en casa para todos los gustos, bolsillos y necesidades: pesos, barras, cintas para correr, bicicletas estáticas y elípticas, etc.
Sin embargo, la variedad para el hogar es superada con creces por la que ofrece el gimnasio. Éste se dota de máquinas y herramientas que, habitualmente, no se venden al público, por su elevado precio y por el espacio que ocupan.
Esa variedad permite a quienes acuden al gimnasio hacer más ejercicios o realizarlos de un modo distinto respecto a quienes se montan su gimnasio casero.
Las distracciones
Otra desventaja de comprar una máquina para hacer ejercicio en casa son las distracciones. Entre ellas, pensemos en las interrupciones, en otros imprevistos o en los días en los que, simplemente, se deje de lado la rutina porque se está trabajando en otros menesteres.
En ambiente de un gimnasio, donde todos están entrenando, puede ser más propicio que el de casa. Y, además, tener una hora a la que ir y una cuota mensual que pagar, hace que el usuario se lo tome más en serio.
Montarse un gimnasio en casa o invertir en una máquina es recomendable cuando alguien está realmente decidido a usarlo o, mejor aún, si ha adquirido el hábito de ejercitarse con aparatos sencillos (o sin ellos) y, una vez acostumbrado al ejercicio, decide traer a casa una máquina más costosa.
En definitiva, ninguna opción es mejor que otra. Todo depende de que, en la situación particular de quien se esté planteando comprar una máquina o ir al gimnasio, pesen más unos aspectos que otros.