¿Por qué matar el tiempo?

Matar el tiempo. ¡Qué expresión! ¿Por qué querría una persona “matar” el recurso más valioso del que dispone?

Esa frase suele usarse cuando falta un rato para que llegue un momento “mejor” y, mientras tanto, acudimos a ciertas distracciones que aligeren el tiempo de espera.

Matas el tiempo jugando, echando una siesta, charlando con un amigo, escuchando música, dando un paseo, leyendo, trasteando en el teléfono… Y así es como llegas al momento “mejor”.

¿Cuál? ¿La hora de cenar? ¿Es que la espera ha sido un desperdicio? ¿A ti te lo parece?

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¿Se puede matar el tiempo?

En realidad, no has “matado” el tiempo. Lo has aprovechado productivamente, lo has usado para descansar o lo has destinado a hacer otra cosa que te apeteciera. Una tontería, tal vez.

Vale que el momento no fue trascendente ni inolvidable. Quizás lo pasaste rellenando un crucigrama o colocando los calcetines en su sitio. Lo que cuenta es que lo has vivido.

Es de suponer que, quienes emplean la expresión “matar el tiempo”, están tan pendientes del momento importante que viene después, que dejan de dar valor al tiempo que transcurre ahora. ¿Por qué?

En mi caso, he ido abandonando esa costumbre. Será por haberme hecho mayor… o tal vez por la decisión consciente de prestar un poco de atención a lo que hago.

Mientras llega la hora de comer u otro momento cumbre del día, hago cosas que quiero; unas son productivas, otras, interesantes; otras, insulsas…

¡Y las vivo! Para mí no existe el “tiempo muerto”. No paso el rato mirando el reloj y pensando en el fastidio que supone que aún no haya llegado la hora de comer.

Antes no era así. Se me hacía tan pesado el lapso de tiempo hasta llegar la momento cumbre, que me daban ganas de matarlo. 😆

¿Qué hay de ti? ¿Tú matas el tiempo? ¿Crees en el “tiempo muerto”?

Imagen de gothick_matt

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