¿Cómo recibes el primer día de lluvia otoñal que llega después de una larga sucesión de días soleados?
A mí me cuesta darle la bienvenida, porque soy una enamorada del cielo azul y del sol colándose por todos los rincones. Eso lo tengo en común con todos los que son fans incondicionales de la primavera y el verano (por estas latitudes).
Y, probablemente, también tengo en común con muchos de ellos que me dejo condicionar por el calendario.
Tengo la mente nublada
¿Tú qué prefieres: abril o septiembre?
Yo, abril. Pero resulta que en abril hay días que son prácticamente calcados a éstos de finales de septiembre; días lluviosos y frescos que me nublan menos que los nublados días de otoño.
La primavera de color naranja
Sería más fácil enamorarse del otoño así; viéndolo como una primavera de color naranja que, justo cuando se hace más fría, explota en colorido llevándonos hasta la Navidad.
En realidad, no tardamos tanto en enamorarnos de estos días cuando salimos a la calle y apreciamos la tranquilidad, el sonido y el olor característico de la estación.
Lo que a algunos nos cuesta más es la transición de los días calurosos y soleados a los fríos y nublados, que en ciertas zonas geográficas es muy brusca.
Pero, ¿sabes qué te digo? Que no me importa vivir un puñado de días más letárgicos, nostálgicos, depresivos o deprimentes. Los acepto con naturalidad, sin oponerme a los nublos.
¿Qué más da si necesito un poco de tiempo para adaptarme a estos cambios? Total, ya sé que dentro de muy poco le encontraré el saborcillo a estos días.
Y, para quien no se lo encuentre por ningún lado, aquí tiene estas ideas.
Mientras, a los del Sur, ¡feliz verde primavera! Y, a los del Norte, ¡feliz primavera naranja!
Imágenes de Daniel, Ian Muttoo y Pink Sherbet Photography