Los pensamientos intrusivos son ésos que irrumpen cuando nuestra mente se esfuerza en pensar en otra cosa.
A menudo son recurrentes y se pueden comparar al zumbido de un moscardón que, una y otra vez, llega para desconcentrarnos.
El ejemplo más amable de este tipo de pensamientos es, desde luego, cuando uno está enamorado. La persona amada y toda su circunstancia vital irrumpen insistentemente en nuestros pensamientos, aunque éstos traten de fijarse en algo poco romántico.
Un ejemplo más fastidioso sería un error, pero no uno cualquiera, sino de ese tipo de errores que nos dejan «rayados«. Seguimos con nuestra vida y el error viene detrás, colándose en nuestra cabeza en el momento más inapropiado.
¡Ah! Y no nos olvidemos de un clásico: las preocupaciones. Las hay tan descaradas que campan a sus anchas por la mente las 24 horas.
¿Y qué hacer para evitar pensar en lo que no tienes que pensar justo en ese momento?
Lo que dicen los investigadores al respecto es curioso: Al tratar de evitar un pensamiento, una parte del cerebro lo aleja, mientras que otra «lo vigila». Lo gracioso es que, cuando el cerebro va a ver que el pensamiento está quietecito en su sitio, lo hace aparecer. 😀
Pensamientos intrusivos
Veamos qué técnicas nos recomiendan los psicólogos cuando el pensamiento hace «chas» y aparece a tu lado:
- Si tienes la oportunidad, métete de lleno en una de tus actividades favoritas, ésas que absorben toda tu atención.
Por ejemplo: tu hobbie, una película que llevas tiempo queriendo ver… El objetivo es volcarse de lleno en esa actividad, ya sabes.
- Aplaza el pensamiento o dedícale un momento concreto del día.
Cuando hablamos de la preocupación, una de las ideas para cortar con el exceso era precisamente: dedicarles un tiempo a las preocupaciones en lugar de permitir que nos asaltaran durante todo el día.
Yo era un poco excéptica respecto a esta técnica, pero he de admitir que me ha funcionado a veces.
Mi diálogo interior para ponerla en práctica es, más o menos: «Vale. Tengo que pensar en ello, pero cuando termine de hacer esto.»
- Si no hay manera de evitarlo o no quieres hacerlo, imbúyete en ese pensamiento.
Analízalo y dale las vueltas que quieras. El objetivo es tranquilizarte y evitar así que este pensamiento se cuele en lo que vayas a hacer después.
Tiene sus riesgos, me parece a mí. Lo mismo crece y se extiende como una mala hierba, aunque dependerá del caso, claro.
- Acostúmbrate a no simultanear tareas.
Cuando nos habituamos a hacer varias cosas a la vez, nuestro cerebro también se acostumbra a mezclar pensamientos, incluso a multiplicarlos.
Por lo que un remedio (no ya para un pensamiento concreto sino para futuras ocasiones) sería acostumbrarse a hacer las tareas una después de otra para no sobrecargarnos.
- Aprende a manejar la atención; a dirigirla y mantenerla justo en el punto que quieres.
Al igual que cualquier otra habilidad, cuanto más se practica, mejor es el desempeño.
¿Qué tal entrenarse con unos simples ejercicios de meditación? Tengo que profundizar sobre esto, para que el proceso sea más fácil. 😉
Espero que te haya sido útil. El resto es práctica.
Fuente: How You Can Overcome Intrusive Thoughts
Imagen de Lisa Brewster