Qué huella dejan las películas infantiles… No sé tú, pero yo tengo asociada la palabra «fantasía» a duendes, hadas, castillos encantados y a príncipes y princesas que vivieron felices. Esas cosas.
Sin embargo, «fantasía» se refiere a algo imaginario, en general. A todo aquello que cruza por tu mente y no tiene porqué cuadrar con la realidad.
Situado el concepto, vamos con el pesimista del día (que espero que no seas tú).
Es uno cualquiera, que fantasea desde el primer momento en que imagina que un optimista es ese descerebrado que cruza por la realidad montado en su nube rosa y luciendo una sonrisa enajenada.
¿De qué vas, amigo pesimista? Que el optimista haga uso de su imaginación, no quita que tú también derrapes por los reinos de la fantasía.
Quizás seas tú el más fantasioso de los dos. (Véase: Ser realista te acerca al optimismo.)
Tú, cuando crees en supersticiones y demás chorradas que dicen que tu suerte será pésima.
Tú, cuando fantaseas con tus cualidades y supones que eres un desastre de persona sin tener pruebas reales de que sea así.
Tú, cuando te pones límites que no tienen porqué existir. Es tu miedo el que los crea.
Tú, cuando idealizas a una persona hasta tal punto que crees que no mereces que te mire a la cara.
Tú, cuando imaginas qué dirán de ti si fracasas, si haces algo fuera de la norma o si te da por salir mal vestido a la calle. ¿Acaso crees que la gente no tiene otra cosa que pensar que no sea en ti? Y, si te dedican unos minutos de su tiempo, ¿por qué tienen que pensar lo que tú imaginas?
Tú, cuando pintas el futuro de negro sólo porque no estás atravesando tu mejor década. ¿Qué certeza tienes de que será tan horrible?
Sí, querido pesimista. Tú tienes tanta imaginación o mucha más que un optimista cualquiera. Tú vives en tu propio mundo de fantasía, aunque tire más hacia un relato de Poe que hacia una historia Disney.
Comentarios
4 respuestas a «El pesimista y su mundo de fantasía»
el optimista busca una solucion,el pesimista ve en cualquier cosa un obstaculo,y el que fantasea,pero a conciencia porque no muchas veces podemos cumplir nuestras fantasia en realidad,rectifico a conciencia y estando seguro de lo que queremos aun sea en nuestras fantasis de ilusiones porque no a veces se vive y se siente feliz esta en ti tu creatividad.-
Ése es el punto, Carmen. A veces el pesimista utiliza esa creatividad para ver obstáculos que no hay o hacer más grandes los que están. 😀
Gracias por comentar.
Hay veces que uno no es pesimista por naturaleza, sino por las circunstancias del momento. Aunque todos los mundos de color oscuro que nos podemos llegar a formar carecen de toda realidad y pruebas eficaces, sí es cierto por otro lado que la negatividad invade por naturaleza al ser humano. Me explico. El cerebro tiene el cometido de actuar de mecanismo defensivo ante diversas situaciones; nos prepara para estar preparados ante las posibles adversidades. Es suficiente con contar con una de ellas para que vayan saliendo los contras antes que los pros. Esto te hace -en ocasiones- que puedas convertirte en una marioneta de tu propio cuerpo. Sin embargo, podemos controlarnos sin problema a pesar de que el miedo (irracional) nos ronde.
Lo mejor, reeducar al cerebro. Hay que hacerle ver que tras los baches que pueda presentar una circunstancia que provenga del pesimismo podemos encontrar un premio; hay que enfocarlo hacia lo gozoso del final antes que al desarrollo de la actividad para lograr cambiar el modo de ver las cosas. Podemos enfrentarnos a ello teniendo en cuenta tres cosas: paso a paso se avanza hacia un objetivo por mucho que transites sobre un pedregal, lo malo no tiene por qué ser tan malo (sobre todo si aprendes de ello) y mucho componente de lo malo podría ser producto de la imaginación antes que de lo real.
La prueba definitiva es poner en práctica el compromiso. Será cuestión de tiempo de que esas montañas escarpadas se acaben convirtiendo en dunas sobre las que podrás relajarte mientras disfrutas de tu triunfo.
¡Saludos!
Sí, me parece que llevas mucha razón. A veces el miedo surge sin que uno fantasee expresamente. Puede ser por ese mecanismo de supervivencia, por influencia del entorno, por experiencias relacionadas que dejaron su huella…
Reenfocar la situación ayuda. Lo de entenderse con el propio cerebro es un reto muchas veces, pero no queda de otra. 😆
Quizás, para convencerlo de que mire las cosas de otro modo, como sugieres, sería bueno desmontar el tinglado que tiene construido haciéndole preguntas: ¿Qué base real tiene este miedo? ¿Qué pruebas hay? ¿Por qué tiene que ocurrir esto y no lo otro?…
Sería una manera de conducirlo hacia otra manera de ver las cosas y de que, poquito a poco, vea que en camino hay dunas que no tienen porqué desviarle el rumbo; no montañas escarpadas ni molinos de viento amenazantes.
Me ha encantado tu comentario, Alberto. Muchas gracias. 🙂