Muchos de nosotros no estamos para dispendios y nos esforzamos por apurar las cosas al máximo. En mi caso, si hay algo que apuro es la ropa. No sé si habrá alguien a quien le duren los calcetines más que a mí. (Lo dudo.)
En casa nos enseñaron a zurcir calcetines, a remendar y hacer otros apaños en la ropa, para que aguantase todo lo posible. La mía aguanta tanto, que llevo años… ¡decadas, incluso! sin comprar jerseys ni pantalones, que es lo que más me pongo.
Lo reconozco. Me estoy pasando de ahorradora.
En el armario tengo un pequeño espacio donde coloco la ropa gastadísima que más uso. El resto del espacio y varias cajas más, contienen trajes, ropa sin estrenar, otra que no va con mi estilo, regalos desafortunados… y demás. Ya te haces una idea.
Es urgente que ponga orden. Y eso supone darles vacaciones definitivas a ciertas prendas de vestir. Comenzaré vaciando el armario (después les tocará a las cajas).
Ropa que saldrá del armario
¿Qué ropa tiene que irse? Sin ir más lejos…
1. La ropa gastadísima, por mucho cariño que le tenga. Si hasta guardo camisetas con manchas, sólo porque me acuerdo de cuándo las usaba…
2. La que no es de mi talla. Hubo una temporada en la que necesité unos pantalones más anchos. Cuando adelgacé los guardé, por si acaso. Pero eso fue en los años noventa, ¡caramba! Si de aquí a unos años hago un trasero panorámico, ya me compraré un par de pantalones por esa fecha (digo yo).
3. Los regalos que no hay quien se ponga. Todos tenemos de éstos, ¿no?
4. La ropa que no va con mi estilo. Muy bonita, sí. Pero yo sólo la luciría en una función de teatro. Para salir a la calle o estar en casa, ni en broma.
Eso, para empezar… que visto en palabras parece sencillito. Pero no lo es tanto.
Hay ropa de la que cuesta muchísimo desprenderse, porque tiene su historia. ¿Quién no le ha tomado cariño a una sudadera o a un gorrito?
Otra, en su momento, supuso un desembolso de dinero considerable, como esos trajes que compramos para ir a tal o cual evento y, después, se quedan ahí.
Y, por último, está la que dejas en el armario «por si acaso», como yo con los pantalones grandes.
Es natural que cueste trabajo desprenderse de esas cosas. Sin embargo, el armario no es el de Narnia. Es un mueble pequeño… y ahí no cabe todo.
Para que sea más sencillo, pienso en donar esa ropa, salvo la que se cae a trozos. Así, supongo, irá parar a un lugar donde le den más uso.
(Sí, ya sé dónde llevarla…)
Hay que ver… Millones de personas en el mundo que no tienen con qué vestirse y nosotros con este problema…
Imagen de zoomar