Todos tenemos objetos que decimos que tienen «valor sentimental». El problema llega cuando se acumulan muchos en casa. ¿Qué hacemos con ellos?
Pensemos en este tipo de objetos que están atados a nuestros recuerdos.
Son valiosos porque hacen que revivamos alguna experiencia positiva del pasado, porque pertenecieron a una persona importante en nuestra vida, porque han estado en casa desde siempre o por otras razones.
Tarde o temprano, habremos de decir adiós a muchos de ellos. Adiós a los objetos; no a los recuerdos.
Hay opciones a considerar para mantener frescos en la memoria los recuerdos sin tener que acumular multitud de objetos.
Por ejemplo, tomar fotografías de muebles, cuadros y otros enseres, y usarlas para crear un diario de recuerdos, en el que podemos realizar anotaciones donde reflejemos la importancia de ese objeto.
Considera esa idea. Yo lo estoy haciendo. Me estoy planteando hacer un álbum donde hable de jarrones, sillones y cuadros, que pertenecieron a mis abuelos y llevan un montón de tiempo cogiendo polvo en distintos lugares de la casa.
Mi madre no quiere que se tiren (y eso que no están en su casa, sino en la mía). Se siente tan mal cuando se lo propongo, que parece que le estoy diciendo que tiraré a su madre a la basura.
Y no es eso. Es más, sólo le propongo que se tiren las cosas que ya están estropeadísimas. Las útiles, no (aunque nadie las está usando).
No termino de entender cómo nos aferramos tanto a los objetos, si éstos no pueden traer de vuelta el pasado ni a las personas a quienes pertenecieron.
Podemos guardar los objetos más significativos. Quién habla de tirarlo todo… ¿Pero tú crees que es necesario ocupar un gran espacio con cosas materiales sólo porque te traen recuerdos?
Lo dicho. No lo entiendo.
Comentarios
2 respuestas a «Objetos asociados a recuerdos»
Los años me han enseñado que hay un momento para todo. No te puedes imaginar cuánto me costó tirar el albornoz de mi madre. ¡Olía a ella! (a lo mejor olía a su colonia, o su suavizante para la ropa, pero, los sentimientos también se dejan engañar).
Un día, de repente, sin haberlo pensado demasiado, sin haberlo planeado, coges el/los objeto/s y los tiras a la basura siendo plenamente consciente de que el recuerdo permanece.
Cuando sufres pérdidas te aferras a algo material, tangible, porque necesitas algo que puedas acariciar con la piel, mirar con los ojos, oler… y no sólo evocar.
Y un día, te das cuenta que has superado esa etapa y entras en otra, quizás, más sosegada.
Las experiencias dolorosas nos van dejando huellas que nos pueden hacer parecer un poco «en babia» y un mucho fetichistas. ¡Facturas de los años y de sobrevivir a seres queridos!
Deja a tu madre, Casandra, que guarde lo que la ata al pasado, si de esa manera puede «mirar» sus recuerdos. (Quizás puedes proponerle que los guarde en un arcón, un armario, no sé, como la caja de las fotografías, pero en gigante).
Todo no podemos verlo desde el prima de la objetividad y el raciocinio.
Te lo digo yo, muchachita, que he ido aprendiendo con la práctica.
Como siempre te digo, gracias por estar ahí todos los días.
Besos y más besos.
Tienes mucha razón, Malú. Creo que me falta un poco de flexibilidad. Precisamente, he estado intentando hacer algunas entradas sobre eso mismo, ja, ja…
Cada uno es dueño de cómo se siente y de lo que quiere hacer. No es apropiado por mi parte que inste a mi madre a quitar cosas de en medio, cuando ella entiende la situación de otra manera.
Me ha gustado mucho tu ejemplo y agradezco tu reflexión. Muchísimas gracias por tus palabras, que me ayudan a ver las cosas con el corazón (además de con mi explotada cabeza, ja, ja…).
Infinidad de besos para ti también. Cuídate!! 🙂