Esta pequeña tortura la hemos sufrido casi todos (o gran tortura, dependiendo de la canción).
Ocurre cuando una melodía machacona, un estribillo u otro fragmento musical campa por la mente y se repite una y otra vez, interfiriendo con los demás pensamientos.
Pero todavía es peor cuando la canción nos parece horrible.
Este fenómeno recibe varios nombres mucho más amables que el de tortura. Uno de los que me llaman la atención es el nombre anglosajón «earworm» (gusano en la oreja, como en la imagen).
A pesar de esa denominación tan inquietante, no hay razón para preocuparse. Nuestro cerebro no sufrirá daño, se supone.
Dicho esto y aprovechando que uno de esos gusanos ha irrumpido en mi día de hoy, se me ha ocurrido hacer esta lista con ideas para que salga de mi mente.
Ahí van algunas, expresadas como autoconsignas:
- No la escuches. Esto podría reforzarla indefinidamente. ¡Qué horror!
- No la tararees, la cantes o la silbes. Esto también actúa de «fijador».
- También puedes hacer justo lo contrario: Escucharla mil veces, hasta que la aborrezcas por completo. (Yo descarto esta idea. Demasiado sufrimiento.)
- Si es una canción lenta, ponte a hacer ejercicio físico enérgico.
- Si es una canción rápida, aprovecha para ponerte cómodo, cerrar los ojos y concentrarte únicamente en tu respiración.
- Escucha música que sí te guste. Preferiblemente una canción pegadiza de las tuyas. A ver si ésta expulsa a la otra.
- Si no tienes a mano tu música, escucha la que sea, pero que no se le parezca nada. A ser posible, de otro estilo.
.
Mientras escribía la lista, he comprobado que la canción machacona se reía de mí saltando entre las palabras. Quizás sea porque estoy aquí sentada, pensando en ella.
Pues nada. Ahora mismo me levanto y hago algo de lo anterior.
Si quieres aportar alguna idea o experiencia personal, es bienvenida. 🙂
Imagen de Flats!