La respuesta corta es “Sí”. Pedir un favor es una técnica que suele dar buenos resultados a la hora de caer bien.
Ahora, veamos porqué funciona y cómo se usa.
Un compañero de trabajo te saca del apuro ese día en el que te dejaste atrás la cartera y fuiste a pagar el desayuno: – No hay problema. Te invito.
Ese pequeño gesto es amable, generoso. Quizás lo suficiente como para que pienses: “Qué apañao es Pepe, con lo tacaño que parecía.”
Una acción como la de Pepe puede propiciar que tú lo percibas como una persona grata. En este caso, tú eres el receptor del favor.
Lo bonito del asunto es que al revés también funciona. Cuando tú haces un favor, esa acción positiva que realizas puede transformar tu opinión sobre el receptor.
Habitualmente, solemos mostrarnos más simpáticos y amables con las personas que nos caen bien. No tenemos tanta buena disposición con la gente que ni-fu ni-fa o que nos cae como una patada en la espinilla.
Pongamos que ése es el caso de Antonio, otro compañero tuyo de trabajo. Te cae regular.
Un día, Antonio se acerca a ti para que le expliques un asunto que tú dominas a la perfección. Así lo reconoce él cuando te pide, por favor, que lo ilumines en la materia. Tú accedes.
¿Por qué?
Porque Antonio se sitúa en una posición humilde, vulnerable. Él reconoce tu capacidad y tu experiencia. ¿Y a quién no le gusta sentirse útil, importante o valorado?
Lo dicho. Le explicas el asunto. Minutos más tarde, cuando Antonio celebra tu generosidad con una sonrisa y dándote las gracias, tu opinión hacia él es probable que haya cambiado. Ahora es más positiva.
¿Por qué?
Porque tu acción hacia él ha sido positiva. Y, habitualmente, los receptores de esas acciones son personas que te caen bien.
Así fue como Antonio se coló en tu grupo de personas gratas, gracias a tu acción generosa.
Atención al efecto Franklin
Todos hemos experimentado el efecto Franklin, ¿verdad? Unas veces del lado del receptor y otras, ejecutando el favor.
Creo que la mayoría no lo aplicamos de manera deliberada y con objetivos muy concretos. Pero hay personas que, en algún momento, llevan una agenda oculta cuando nos piden un favor.
Ya sabemos que esta técnica existe y que funciona. Si estamos atentos, podemos “cazar” a alguien la esté utilizando para que le caigamos bien y sacar provecho de ello.
Eso sí, no todo el que utiliza maniobras de éstas tiene malas intenciones. Pongamos, por ejemplo, que usas esta técnica para caerle mejor a un miembro de la familia (que no te traga) y tu intención es limar asperezas.
Si la usas, ten la precaución de no pedir favores grandes o con mucha frecuencia. De cajón. (He aquí unos apuntes, que pueden servirte.)
Y procura, además, no devolver el favor que te hacen inmediatamente, para evitar que el efecto se neutralice en un tris.
¿Qué te parece si practicamos?
No sé a ti. A mí me convendría. Por lo pronto, voy con la antenilla puesta cuando llegan representantes o propietarios de un negocio. Me fijo un poco más en cómo me hacen la pelota. Ya es algo. 😀