¿Cómo afrontas el trabajo bajo presión?

Hay personas que se sienten cómodas trabajando bajo cierta presión. Han aprendido a manejar su estrés y saben cómo organizarse para cumplir a tiempo lo que tienen que hacer.

En definitiva, a trabajar bajo presión se aprende. Y es algo muy útil, porque, por muy apacible que sea nuestra vida, alguna urgencia tendremos que afrontar.

  • Exámenes que preparar con poco tiempo.
  • Trabajos que terminar teniendo la fecha encima.
  • Clientes que meten prisa.
  • Imprevistos que retrasan todo lo anterior…

Trabajar bajo presión supone ceñirse al tiempo disponible, que viene muy justito o es escaso, y arreglárselas para terminar la tarea (una… o una docena) con los recursos que se tengan a mano.

¡Vamos, que hay prisa!

trabajando

No sé tú (en esto, como en los colores, hay gustos para todo), pero yo no aguanto ese ritmo todos los días. Acabaría quemada del estrés. Aunque, de tanto en tanto, un poquito de presión le da emoción al asunto.

Sirve para comprobar qué tan eficientes y eficaces somos resolviendo una situación. Y, si conseguimos salir airosos, el triunfo sienta bien, ¿o no?

Pues, pensando en esas situaciones en las que no queda más remedio que forzar la máquina, vamos a apuntar ideas para resolver el apuro y poder celebrarlo.

Comenzamos con la más importante, con la madre de todas:

1. Mantener el control

Quienes saben trabajar bajo presión esto es lo primero que han aprendido a hacer: templar sus emociones.

Si te dejas llevar por el pánico, no puedes pensar con claridad. Está claro.

Pero, si respiras profundamente y transformas ese difuso manojo de nervios en energía útil para resolver la situación, ya has hecho lo más importante.

Hay personas a quienes esto se les da mejor. Pero no es nada que no se pueda aprender con la práctica. Y cualquiera puede haberlo logrado…

  • Bien, por haber ido afrontando experiencias de este tipo (reales o simuladas), que sirven de entrenamiento.
  • Bien, porque han aprendido a relajarse y, por ello, pueden evocar esa calma que necesitan en el momento crítico.
  • O porque hacen uso de algo que les funciona para tranquilizarse, como llamar a su mamá… 😀 Aquí tienes más ejemplos: 17 Ideas para desestresarse.
  • O bien, por todo lo anterior.

El caso es que la mayoría de nosotros podemos hacerlo.

2. Evaluar la situación

Ya que los nervios están bajo control, lo que sigue no es tirarse de cabeza al asunto. Antes de actuar, hay que evaluar.

Es importante identificar qué es lo que hay que hacer exactamente para evitar errores y no empeorar la situación dando palos de ciego.

Una vez que se tiene claro cuál es la prioridad y las circunstancias que la rodean, se hace una lista (lo más sencilla posible) de lo que hay que hacer por orden.

Y, ahora sí, viene la acción.

Esto sirve cuando la presión llega así, sin avisar, y no queda más remedio que solventar la papeleta. Porque lo ideal es tener un plan para estos casos.

3. Tener un plan

Cuando tienes un esquema hecho de antemano, todo esto es más fácil. Ya sabes qué hacer, paso a paso, y sólo tienes que ejecutarlo.

¿De dónde sacas el plan?

Lo puedes tener preparado o bien puedes sacarlo de esas experiencias anteriores en las que te ha tocado improvisar.

Por eso es buena idea anotar qué haces para resolver una situación. Más tarde, con los ajustes apropiados, tus apuntes pueden servirte de guía.

 

¡Ah! Y a la presión, que por fin terminó, sigue el descanso y la celebración. ¡Misión conseguida!

Imagen de tryingmyhardest

Relacionado:


Categoría: