Frases y estrategias para el vago ejemplar

Hoy le hacemos un homenaje al vago ejemplar. Uno que se ha ganado el título a pulso.

Es sano tomarse los supuestos defectos con sentido del humor. Y eso es lo que vamos a hacer.

Para empezar, ¿qué nombre le das tú a esta cualidad?

Porque describirse con el término «perezoso» queda feo. Lo mismo diríamos de sus sinónimos: vago, haragán, negligente, zángano, holgazán, etc.

Qué horror.

Será por eso que hay quien a la pereza no la llama «pereza», sino indolencia, que parece más poético. Y otros la llaman participación selectiva, que suena a persona responsable.

Aunque no importa tanto cómo llames tú a la pereza, si luego llegan los adalides de lo prosaico y te dicen:

«¡Deja de tocarte los… (ejem) y ponte de una vez a trabajar

perezoso

¿Cómo suele responder un vago ejemplar?

Quizás algo abochornado porque tu vagancia ha quedado en evidencia, sientas la tentación de cumplir con el deber o incluso tengas ganas de trabajar, pero piensas:

Me sentaré hasta que se me pasen.

Quienes te rodean, se desesperan tanto con tu inacción, que te arrojan «accidentalmente» una taza de café hirviendo por encima, pero tú ni te inmutas porque…

La pereza es la madre de todos los vicios y, como madre que es, hay que respetarla.

A tus compañeros no les dices eso, que queda tan descarado. Más bien, respondes a su insistencia con esa frase tan bien traída por Homer Simpson:

¿Y eso no puede hacerlo otro?

La indignación se masca en el ambiente. No es para tanto. Cuánto malestar genera tu falta de actividad, si total…

La pereza no es nada más que descansar antes de estar cansado. (Jules Renard)

Pues, eso. Unos adelantan trabajo y tú adelantas descanso. ¿Qué sentido tiene que hagáis todos lo mismo a la vez?

Además, que deslomarse es arriesgado para la salud…

El trabajo duro nunca ha matado a nadie, pero ¿para qué darle la oportunidad? (Ronald Reagan)

Te quedas sumido en la contemplación y en tus vagos pensamientos, cuando de repente te encuentras con uno de los problemas que más asediaban al gato Garfield:

¡Oh, no! ¡Me quedé dormido! ¡Llego tarde!… a mi siesta.

Eso sí es importante. Honras a la madre de los vicios echando una cabezadita monumental.

Bienaventurados los que duermen, porque de ellos será el reino de los sueños.

Cuando pasa la siesta y quedan pocas horas para que termine esta agotadora jornada laboral, recuerdas que tienes muchas tareas pendientes. Pero no te asustas, que eso consume mucha energía.

¿Por qué vas a asustarte, si sabes perfectamente que…?

La pereza es la madre de la eficiencia. (Marian Propp)

En efecto, eres de los que aprovechan la pereza para organizarte mejor y hacer sencillo lo engorroso, cumpliendo de paso la sabia ley de Hlade:

Si tienes una tarea difícil, dásela a un vago. Él encontrará una manera más fácil de hacerla.

Tú sí que sabes. Aunque lo más fácil de todo es dejarlo para mañana, ¿no?

Perfecto, lo de hoy pasa a mañana… o a la semana siguiente, ¡qué caramba!

Si esta semana es corta, siete días trae la otra.

Después, que te reclame quien quiera, que tú siempre podrás contestarle:

Más vale tarde que nunca.

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