Hoy le hacemos un homenaje al vago ejemplar. Uno que se ha ganado el título a pulso.
Es sano tomarse los supuestos defectos con sentido del humor. Y eso es lo que vamos a hacer.
Para empezar, ¿qué nombre le das tú a esta cualidad?
Porque describirse con el término «perezoso» queda feo. Lo mismo diríamos de sus sinónimos: vago, haragán, negligente, zángano, holgazán, etc.
Qué horror.
Será por eso que hay quien a la pereza no la llama «pereza», sino indolencia, que parece más poético. Y otros la llaman participación selectiva, que suena a persona responsable.
Aunque no importa tanto cómo llames tú a la pereza, si luego llegan los adalides de lo prosaico y te dicen:
«¡Deja de tocarte los… (ejem) y ponte de una vez a trabajar!»
¿Cómo suele responder un vago ejemplar?
Quizás algo abochornado porque tu vagancia ha quedado en evidencia, sientas la tentación de cumplir con el deber o incluso tengas ganas de trabajar, pero piensas:
Quienes te rodean, se desesperan tanto con tu inacción, que te arrojan «accidentalmente» una taza de café hirviendo por encima, pero tú ni te inmutas porque…
A tus compañeros no les dices eso, que queda tan descarado. Más bien, respondes a su insistencia con esa frase tan bien traída por Homer Simpson:
La indignación se masca en el ambiente. No es para tanto. Cuánto malestar genera tu falta de actividad, si total…
Pues, eso. Unos adelantan trabajo y tú adelantas descanso. ¿Qué sentido tiene que hagáis todos lo mismo a la vez?
Además, que deslomarse es arriesgado para la salud…
Te quedas sumido en la contemplación y en tus vagos pensamientos, cuando de repente te encuentras con uno de los problemas que más asediaban al gato Garfield:
Eso sí es importante. Honras a la madre de los vicios echando una cabezadita monumental.
Cuando pasa la siesta y quedan pocas horas para que termine esta agotadora jornada laboral, recuerdas que tienes muchas tareas pendientes. Pero no te asustas, que eso consume mucha energía.
¿Por qué vas a asustarte, si sabes perfectamente que…?
En efecto, eres de los que aprovechan la pereza para organizarte mejor y hacer sencillo lo engorroso, cumpliendo de paso la sabia ley de Hlade:
Tú sí que sabes. Aunque lo más fácil de todo es dejarlo para mañana, ¿no?
Perfecto, lo de hoy pasa a mañana… o a la semana siguiente, ¡qué caramba!
Después, que te reclame quien quiera, que tú siempre podrás contestarle:
Imagen de jonasflanken
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