Ya dijimos que convivir con un vago no es fácil. En este caso hablamos del compañero vago con el que muchos de nosotros hemos coincidido en el trabajo o en los grupos de estudio.
¿Cómo manejarnos con él (o ella) cuando su modo de vida nos perjudique? Apuntemos ideas.
Ay, la cruz que carga el compañero vago
Quienes se han acostumbrado a esquivar el trabajo duro para que lo hagan otros, han aprendido un buen número de estrategias para mantener su modus vivendi.
Total, que si en casa, en el trabajo o en cualquier otro ámbito compartes responsabilidades con una de estas personas especialistas en endosarle el trabajo a los demás, vas a tener que recurrir a una herramienta imprescindible: la negociación.
El arreglo es simple: Hablar las cosas, sin dar por sentado que el vago conoce tus gustos y prioridades como tú mismo.
Para ti puede ser obvio que hay que limpiar a diario, que los trabajos se entregan a tiempo y que la puntualidad es una virtud exquisita. Pero «tu vago» puede tener un punto de vista muy distinto al tuyo.
Ahí está la importancia de compartir la visión de las cosas por anticipado, sin dejarlo hasta el día en el que, preso del coraje, te dé por arreglarlo a base de gritos o reproches.
Además de esto, hay que llegar a acuerdos concretos (en algunos casos, por escrito), repartiendo las responsabilidades para que éstas queden meridianamente claras y el vago no pueda escabullirse con una de sus frases preferidas… «Yo no sabía…»
Nada, nada. Si hace falta, se cuelga en la pared un diagrama en el que conste qué es lo que tiene que hacer cada uno.
Y, por último, el ingrediente esencial: la paciencia. Si «tu vago» ha sido toda la vida de una manera y ahora se está esforzando por cambiar de hábitos, hazte cargo. No es fácil.
¿Repasamos?
- Negociar, partiendo de una visión común.
- Repartir responsabilidades anticipándote a las posibles excusas.
- Tener paciencia.
Llévalo con calma porque, al menos, el asunto está bien encaminado.
Ahora, para rematar, apuntaremos cuatro cositas que NO son recomendables en tu trato con el compañero vago:
1. No te dejes contagiar por su actitud indolente
Es muy fácil dejarse arrastrar por la vagancia y perder el tiempo tontamente viendo la tele, por ejemplo, como está haciendo él/ella.
¿Vas a hacer tú lo mismo? ¡No!
No tienes porqué entrar en su rutina y perder tú también el tiempo. Si te tienta a hacerlo, dile que estás ocupado.
2. No te distraigas analizándole
La vagancia de tu compañero te pone de mal humor. Mal humor que va en aumento cuando te fijas en lo que está haciendo en lugar de en lo que debería hacer.
Ya sé que es desesperante. Pero si te enfadas, lo que consigues es que baje tu rendimiento. O algo peor: como él/ella sea muy susceptible, se molestará también.
La situación empeorará porque ya no tienes un compañero vago, sino uno vago y, además, cabreado.
3. Deja de pensar en lo injusto de su actitud
Tú trabajas a destajo y él/ella apenas se esfuerza. ¿Te da rabia? Déjalo estar y piensa en algo constructivo.
La vida no es justa y tú te estás sintiendo mal por algo que no puedes cambiar. Mejor, céntrate en hacer tu parte bien.
4. No hagas su parte del trabajo
Si te es posible y tu colega es un caradura, evita sacarle las castañas del fuego. Porque, cuando lo hagas una vez… tendrás que hacerlo la siguiente. Hasta que llegue un día en que te hartes y quedes mal.
Ahórrate todo ese trabajo. Como vas a quedar mal con él/ella de todos modos, frena a la primera ocasión.
Conclusión: Habla con «tu vago». Que queden las cosas claras. Haz lo tuyo lo mejor que puedas y, si él/ella quiere vivir la vida muelle, perfecto… Pero procura que te afecte lo menos posible.
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