Convivir con un vago. Cómo hacerlo.

A todos nos encanta la buena vida; tener tiempo para hacer lo que nos gusta o para estar sin hacer nada.

Ésa es la razón principal por la que aquí tratamos temas relacionados con la productividad: para organizarnos de tal manera que nos quede tiempo para nosotros mismos. 😉

Ahora bien, la organización no siempre está en nuestras manos, porque convivimos con personas a las que les gusta tanto o más que a nosotros tener tiempo de esparcimiento.

El problema viene cuando hemos de asumir más tareas o responsabilidades «gracias» a la pereza de estas personitas.

Vivir con una pareja perezosa es difícil. Trabajar con un compañero que se escaquea de sus obligaciones, no digamos. Tener a alguien (no importa el parentesco) que te endose trabajo a costa de estar vagueando, también.

Qué hacer para convivir con una persona perezosa, así de vaga

hacer el vago

¿Solución?

Hay que hablarlo. El vago te replicará con variadas excusas:

  • No estoy motivado.
  • Estoy muy cansado.
  • Me siento «depre».
  • No he tenido tiempo.
  • Soy muy mayor para eso.
  • Se me olvidó.
  • Etc.

Los vagos son especialistas en las excusas, porque gracias a ellas pueden mantener su «modus vivendi«.

¡Ojo! Hay veces que no se trata de una excusa, sino de una razón de peso. Pero si tu intuición te dice que tu vago encuentra continuamente motivos para no hacer las cosas, escúchala, porque puede que tenga razón.

Una persona perezosa no suele cambiar voluntariamente, porque su actitud le compensa. Si lo suyo lo hace otro, ¿para qué va a cambiar?

Pero esto es ser un caradura o, dicho de otro modo, ser egoísta. Si el vago se escabulle, píllalo por banda e invítale amablemente a hacer su parte del trabajo. Sí, aunque se trate de un vago encantador.

Ponle las cosas claritas al vago o vaga de tu vida y, si puedes, no asumas sus obligaciones a no ser que se trate del jefe.

(En tal caso, hemos tronado, amigo. Buscaremos otras opciones.)

Y, una vez puestos los puntos sobre las íes y cumplida la misión, vaguea tú un ratito. Así comprenderás lo a gusto que se esta sin hacer nada, de paso que comprendes a los vagos del mundo. Ah, ¡y disfrútalo! 😀

Por último, cualquiera puede ser vago un momento, un día o durante una etapa. Y, no sé tú como lo veas, pero a mí me parece requete-bien. Hala, lo de ser «vago perenne«, no tanto.

¿Qué opinas tú de todo esto?

¿Tu marido es un vago? ¿Tu novia no da un palo al agua? Hay que negociarlo. 😉

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