Cómo librarse de los gorrones

¿Cómo te llevas tú con los gorrones? ¿Cómo te libras de ellos, si te ves en la necesidad? Eso vamos a ver: cómo librarse de los gorrones.

Situémonos primero. ¿Quién es un gorrón?

Un gorrón es un parásito que se apropia de tus recursos (dinero, trabajo, objetos, etc.) por la cara. No es que no pueda o no tenga con qué ocuparse de lo suyo. Es que es más cómodo vivir a tu costa.

El gorrón se cree con derecho a hacerlo. Y, en ocasiones, redondea su desfachatez quejándose de aquello que le has dado.

Así define la RAE a estos organismos parasitarios:

gorrón, na

De gorra.

1. adj. coloq. Que tiene por hábito comer, vivir, regalarse o divertirse a costa ajena.

parásitos

Hay muchos gorrones encantadores. Necesitan serlo. Ya que a pocas personas les agrada que se aprovechen de ellas por la cara, los parásitos emplean la vía seductora para convencer.

Lo que comparten (los gorrones encantadores y los menos encantadores) es la postura de conseguir lo que quieren sin coste y sin esfuerzo.

  • Gorrón es el vecino que te piratea tu conexión a Internet.
  • Es el que amigo que siempre se “olvida” el efectivo en casa para que tú le convides.
  • Es el familiar que se instala en tu casa por tiempo indefinido y se queja de las sábanas que le dejas son ásperas para su delicada piel.
  • (Y para qué te doy más ejemplos, si los conoces a docenas.)

Encuentras gorrones en todos los entornos. En Internet abundan, porque crea la ilusión de que “todo es gratis”. No lo es. Pero ellos están encantados de creerlo.

Entre amigos y familiares hacen su agosto. Son felices pidiendo gracias y favores. Y sienten nula urgencia en corresponder.

¿Se nota que personalmente les tengo poca simpatía?

Pues no puedo hablar de virtuosismo en mi caso. A veces siento que soy un poco gorrona con mis padres, aunque ellos no lo ven así, y me invitan a ser más gorrona todavía.

¿Dónde empieza alguien a ser un gorrón para ti?

Eso depende de dónde tengas puestos tus límites. Yo soy bastante estricta (o tacaña, desde el punto de vista de los gorrones).

Me revienta que los caraduras se aprovechen repetidas veces de mi esfuerzo o del de otros sin que correspondan.

límite

Pero hay personas más tolerantes o generosas que yo en esta cuestión, por fortuna para quienes para mí son gorrones.

¿Un ejemplo?

Conocí a una amiga a quien un familiar acostumbraba a parasitar descaradamente (según mi perspectiva).

El joven llegaba a su casa cuando le venía en gana, disponía de todo y se llevaba lo que le apetecía. Pedía dinero sin fecha para devolverlo. Y, a la hora de que mi amiga necesitaba algo, él no estaba, no podía o tenía cosas mejores que hacer.

Una vez me atreví a preguntarle por esto. Y mi amiga me contestó que quería mucho a su primo, que era encantador y que no le importaba que él hiciera uso de lo suyo.

Obviamente, me dejó callada. Si ella estaba (o está) a gusto en esta relación, ¿quién soy yo para imponerle mi criterio?

Tal vez, mi amiga se divertía mucho cuando él llegaba a casa y ahí estaba la contraprestación que yo no podía ver.

En tu caso, te tocará decidir cuándo una persona se está pasando de la raya (de la raya que tú has puesto). Guíate por la punzada incómoda que te dice que se están aprovechando de ti.

En ese momento, no esperes que el gorrón tome conciencia de lo feo que está aprovecharse de ti, si no se lo dejas claro. Al gorrón lo único que le importa es su propia comodidad.

Si le das la mano y puede tomarse el brazo, se tomará el brazo y lo que siga… A menos que tú le pongas el alto.

Las ideas que vienen son para emplearlas con ese propósito.

librarse de los gorrones

Ideas para librarse de los gorrones

Hay una enorme diferencia entre el amigo que te pide quedarse en casa durante unos días y un gorrón.

El amigo respetará tu espacio y tus normas. Procurará no incomodarte. Y, cuando resuelva el asunto que le llevó a tu casa, se despedirá agradeciendo tu amabilidad.

El gorrón velará por su comodidad antes que por la tuya. Y, si está a gusto y ve la manera de seguir parasitándote, continuará haciéndolo.

1. Anuncia la fecha límite y asegúrate de que la escucha

Es incómodo dar una fecha límite a un amigo o a un familiar. Pero es práctico para el caso. Y, además, puede hacerse sin sonar borde.

Si el gorrón de tu vida vuelve para quedarse en tu casa o te pide otros favores, como que les recojas a nos niños de la escuela o que le hagas recados diversos, dile hasta cuándo.

  • Vale. Solo por hoy.
  • Solo esta semana.
  • Hasta el día 15. En dos semanas empiezo un trabajo nuevo y solo puedo hasta ese día.

Como sea, que queden los límites claros, tanto del tiempo que va a durar el favor, como de lo que consiste el favor exactamente.

Y asegúrate de que él/ella te ha escuchado y ha comprendido lo que le has dicho. (Es que hay gorrones despistados a conveniencia, tú sabes.)

2. Con el dinero, la misma política

Si sales con alguien que acostumbra a gorronear, procura que queden las reglas claras antes del convite. Cuando estéis varios, puedes preguntar:

  • Cada uno se paga lo suyo, ¿verdad?

Así el gorrón sale de casa sabiendo que él/ella necesita pagar su parte. Y no ha sido incómodo proponerlo, porque no le has lanzado el mensaje directamente al gorrón, sino al grupo.

3. Dile a tu gorrón que las cuentas no se pagan solas

Qué bien se les da a los gorrones pedir las cosas prestadas: tu membresía en X servicio, tu coche u otras pertenencias. Una vez que se las prestas, el gorrón las hace suyas.

Y, a la hora de pagar las facturas a final de mes, ¿quién paga?

A cada quien le cuesta lo suyo ganar dinero para mantener lo que necesita. Si sientes que esta persona se está aprovechando de tu generosidad, saca el tema con tu gorrón y señala los límites.

  • Está bien por este mes. Pero, si vas a seguir usando… (tal cosa), ¿qué tal si dividimos el gasto?

Un amigo respeta los límites. Un gorrón, no. Ni le importas tú, ni tu dinero, ni tus sentimientos. Probablemente, te salga con un…

  • Pero…

Ni pero ni pera.

cortar por lo sano

4. Mantente firme

El gorrón es muy creativo inventando la manera se sostener su modus vivendi. Encontrará la manera de que tú u otro pague lo que él/ella no quiere pagar o haga lo que él/ella no quiere hacer.

  • No voy a seguir haciendo esto por ti.
  • No puedes quedarte por más tiempo.
  • No te dejo más el coche.

Hay maneras más sutiles de decirlo. Lo importante es que al gorrón le queden claritas. Y que tú mantengas esas decisiones consistentemente, sin excepciones.

Corta el suministro. A ver si va captando el mensaje de que no piensas tolerar más su comportamiento.

5. Aborda el tema de frente

Puede ser que el gorrón continúe con el abuso. Es a ti a quien corresponde hacerse la pregunta: ¿Hasta cuándo voy a consentir que esta persona se aproveche de mí?

Esa pregunta sueles hacértela cuando ya estás hasta las narices.

Hasta las narices de trabajar, de esforzarte, de cuidar tu dinero, de sacar adelante tus proyectos, viendo a una persona que se aprovecha de todo eso, importándole poco el resto.

Sea cual sea la relación que tengas con este gorrón, no tengas miedo de arruinarla. Para ti ya es una ruina. Así que sácale el tema.

Olvida el “tú siempre” o el “tú nunca”. Habla de situaciones concretas en las que tú te sentiste mal con su comportamiento.

¿Qué pasa si se molesta, si se ofende, si improvisa trapos sucios que arrojarte a la cara o si intenta hacerte sentir culpable? Queda el punto 6.

6. Distánciate del gorrón

Si el gorrón persiste en lo suyo y no hace propósito de enmienda, alimenta otras relaciones más recíprocas para tu gusto y haz esta a un lado o dedícale el esfuerzo mínimo.

¿Es duro? Sí, pero es la única alternativa cuando el gorrón persiste y quiere seguir dándose la gran vida a tu costa. Si falla todo lo anterior, considera esta opción.

No puedes cambiar a un gorrón que no quiere cambiar

El gorrón vive la mar de bien a costa de otros. ¿Cómo se te ocurre que va a cambiar para tener lo que ya tiene sin esforzarse?

No vas a convencerlo. Si se convence de que su parasitismo es negativo, será por su propia experiencia. Cuando vea que los demás no están dispuestos a costearle la dolce vita, entonces cambiará.

Espero que estas ideas te sirvan para conducirte con quienes tú consideras que están siendo gorrones.

No temas a cortarles el grifo. Encontrarán a otro a quien parasitar o, si valoran la relación contigo, comenzarán a hacerse responsables de ganarse lo suyo.

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