¿Vives mientras esperas?

¿Te frustran las esperas? ¿Te ponen de los nervios? Qué mala pata. Teniendo en cuenta la cantidad de esperas que surgen en la vida, habrá bastantes momentos en los que no estés a gusto.

Las esperas son muy frecuentes.

Esperas un taxi. Esperas los resultados de un examen. Esperas a que fructifique un proyecto. Esperas un SÍ o u NO. Esperas que termine una temporada difícil. Esperas a que llegue un día especial. Etc.

Cuando termina una espera, es probable que empiece otra. Y algunas suceden simultáneamente. ¡Qué barbaridad de tiempo esperando!

Ahora mismo, yo estoy esperando que arreglen una avería en el servicio de Internet. Desde ayer no funciona. Mi trabajo y buena parte de mi vida social dependen de que esté conectada. Y, qué quieres que te diga, esta limitación es poco agradable.

¡¿Qué digo?! Es realmente incómoda.

impaciente

Lo que sé es que, si yo dirijo toda mi atención a esa cosa que no me gusta y que se está alargando por muchas horas, lo voy a pasar fatal.

Aunque me enfade o patalee, no puedo hacer nada para arreglar la avería. El asunto no está en mis manos.

La espera, ésta o cualquier otra, es un recordatorio de que NO podemos controlar cada cosa que ocurre y que nos afecta. Y, si eso no lo podemos controlar, hemos de dirigir nuestra atención y nuestra energía a lo que SÍ está a nuestro alcance.

Está claro que hay varias cosas que NO voy a poder hacer en tanto la conexión a Internet vuelva a estar operativa. ¿Qué hago mientras tanto? ¿Pensar en el problema e incomodarme más?

¿Cada vez que surja una espera me voy a quedar yo también en stand-by? Si voy a aplazar mi serenidad o lo que puedo hacer hasta que terminen las esperas, voy arreglada.

También me hallo esperando que otras cuestiones se resuelvan favorablemente. Circunstancia que seguramente comparto contigo, que esperas otras cosas.

Todo ello se definirá (con mejor o peor resultado) y tú y yo seguiremos siendo las personas que somos cuando las esperas terminen. Tal vez sigamos vivos, aunque se presenten cambios y nuevas decisiones que tomar. Y a eso le seguirán… nuevas esperas.

Total, las esperas no acaban. Permanecer frustrados, ansiosos, enrabietados o paralizados no es buena idea, dado que vamos a perder mucho tiempo tontamente. 😀

Es preferible seguir viviendo y haciendo lo que podamos hacer en cada una de esas situaciones. ¿No crees?

Imagen de Paul Mayne


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