Cuando te sientes inseguro, ¿te impulsan las afirmaciones positivas? ¿Te elevan para darte el valor y la fuerza que necesitas?
Vamos a suponer que se hallan pululando en tu mente ciertos pensamientos negativos: “No voy a ser capaz. Soy un fracaso, un idiota…”
Y, como sabes que pensando así no vas a ninguna parte, se te ocurre darle la vuelta a la tortilla: En lugar de hablar mal sobre ti, vas a decirte lo maravilloso que eres.
Sonríes pensando que has encontrado la salida:
Te repites a ti mismo que puedes lograr todo aquello que te propongas: “¡Soy listo. Soy guapo, talentoso e imparable!”
Y comienza la transformación… Al menos por un rato o por unos días, te sientes mejor.
O puede que no, porque ya vimos que, si la disonancia entre lo que verdaderamente piensas y lo que te dices a ti mismo es muy acusada, las afirmaciones positivas no son de ninguna ayuda.
Más simple: Si tú estás convencido de que eres muy feo, es probable que te sientas peor si insistes en mirarte al espejo repitiéndote que eres guapo.
Prueba y observa si te sirven
Como creo que conté una vez, a mí me sirven las afirmaciones positivas como parche puntual.
Por ejemplo, cuando me da un poco de miedo enfrentarme a una tarea: “¡Venga, que tú puedes!” O cuando estoy vagueando con la excusa de que estoy cansada: “¿Cansada? Qué va… Son sólo 20 minutos, ¡vamos!”
Para iniciar un cambio profundo no me sirven. Supongo que habría de repetirme todos los días la misma cantaleta hasta que calase en mí el mensaje: “¡Soy fuerte, inteligente… genial!” (No sé si así funcionaría.)
¿Te sirve a ti esta técnica? Suponiendo que te sirva para catapultar los ánimos por unos días o unas horas, ¿qué pasa cuando un día no te sale decirte que eres la octava maravilla del mundo?
¿Te fuerzas a creer lo que no crees?
Supongamos que estás decepcionado porque acabas de tener un disgusto (una mala nota en un examen, un rechazo, un error…). En ese momento, ¿no es preferible aceptar que te encuentras mal, en lugar de obligarte a pensar que eres maravilloso?
Sé honesto contigo
Hay otras maneras de realizar afirmaciones positivas, que van más allá de: “¡Oh, qué guapo soy! Adoro mi cuerpo, tan rumboso. Soy inteligente. Soy imparable…”
Si lo que quieres no es un parche, sino iniciar un cambio positivo, qué menos que ser honesto contigo mismo. Siendo honesto muestras respeto hacia la persona que eres y hacia tus sentimientos.
Acepta lo que sientes, en primer lugar, y a continuación construyes las afirmaciones positivas sobre eso. Por ejemplo:
Sí, estoy asustado ante el reto que se me viene encima. Pero estoy haciendo lo que está en mi mano para salir adelante. ¡Y ahí sigo!
Es verdad. He engordado un par de kilos durante las vacaciones y me siento frustrado. Pero voy a retomar mis hábitos saludables. Ya lo hice una vez. Ésta, también. Por mi salud.
Me siento mal por no tener pareja. Eso sí, estoy aprendiendo a relacionarme de manera más abierta y a mejorar mis interacciones.
Con afirmaciones de ese tipo, estás siendo honesto contigo, respetuoso y, desde luego, positivo, porque estás poniendo el acento en tu progreso.
¿Y no te parece que este tipo de afirmaciones (o mensajes) son también más efectivos para iniciar el cambio que quieres? Digo, en comparación con esas frases vacías y forzadas que hemos mencionado.
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