Pensar en positivo es práctico. De eso vamos a hablar.
Imagínate llegando a la meta. Pronuncia con convicción frases que te impulsen: “Voy a conseguirlo”, “Soy imparable”, etc.
Las visualizaciones y las afirmaciones positivas son técnicas recomendadas por gente que se dedica a la motivación y similares.
Están los que se pasan de rosca, diciéndote que le pidas al universo lo que deseas, porque te escuchará y lo pondrá en tu camino. Ya sabes, la “ley de la atracción”.
En mi opinión, esos recursos tienen más de práctico que de mágico.
No sé yo si los deseos que formulas o imaginas convencerán al universo o a los dioses. Pero, con que te convenzan a ti, el beneficio está hecho.
Ocurre algo parecido con el placebo que tomas confiado en que te quitará el dolor de cabeza. Al relajarte convencido de su eficacia, se te quita el dolor. En realidad, como tu cefalea se debía al estrés, fue el relax el remedio eficaz, no el placebo.
Para mí, lo que dan las afirmaciones positivas o las visualizaciones es calma, confianza, esperanza. Y eso es práctico, siempre consigas creer en ellas.
Cuando estás relajado, confiado y contento, las posibilidades de triunfar crecen. Todo lo contrario sucede cuando empleas estás técnicas al revés: recreando el fracaso en tu imaginación o diciéndote a ti mismo frases tan “lindas” como:
- Qué desastre soy.
- No sé ni para qué me molesto en intentarlo.
- Me va a salir mal, como siempre.
Si te bañas con basura, olerás a basura. Si te das un baño de pensamientos de este tipo, ¿qué resultado cabe esperar? Saldrás a escena predispuesto a fallar y a rendirte.
Por tanto, yo sí creo que pensar en positivo es beneficioso para arrancar (el día, el proyecto o lo que fuera). Sí, arrancar. Porque para llegar a alguna parte con estos pensamientos, suele ser necesaria la acción.
Los expertos en motivación y las personas exitosas que recomiendan “bañarse” con frases y visualizaciones positivas nos ponen ejemplos de personas triunfadoras: celebridades del deporte, de los negocios, etc.
Ellos visualizaron su éxito. Se lo creyeron. Se levantaron cada vez que fracasaron. Y siguieron adelante hasta conquistar sus metas.
Muy bonito, siempre que no nos olvidemos de lo que viene después de pensar en positivo: entrenar, estudiar, esforzarse… Y seguir haciendo esto día a día.
Con el pensamiento a secas, por muy positivo que sea, no se llega lejos. Ahora sí, combinado con la acción consistente, yo creo que obra maravillas. ¿A ti qué te parece?