Hay situaciones en las que pensar en positivo no sirve para nada. De ellas vamos a hablar.
En esta entrada tienes varios ejemplos.
Veces en las que no sirve pensar en positivo
Pensar en positivo puede impulsarte a saborear lo bueno que te rodea, a dejar atrás malas experiencias y a conseguir lo que quieres.
Pero es eso: el germen que te pone en marcha y del que nace la responsabilidad para dirigir tu vida.
Pensar de manera positiva, no se limita a verlo todo de color de rosa y a sentarte a esperar que el universo te ponga en las manos aquello que anhelas.
Enfocarlo de este modo hace que ese pensamiento deje de ser positivo y que, en ciertos casos, resulte perjudicial.
El pensamiento es positivo dependiendo de cómo se use.
Y, para que esto quede más claro, vamos a observar algunos ejemplos en los que el llamado pensamiento positivo es mal empleado.
Cuando usas el pensamiento positivo para darle la espalda a la realidad
A esto le dedicamos todo un post (Cuando el optimismo apesta). De él recordamos que vestir tus miedos con un manto de optimismo, puede ser un error.
Por ejemplo, si descubres un bultito sospechoso en tu cuerpo que tendría que examinar un especialista. Tienes dos maneras de emplear el pensamiento positivo:
- (1) Ignoras el bultito (como el avestruz que mete la cabeza en la arena, pensando que así está a salvo).
- (2) Aceptas la situación, por mucho estrés que te produzca, y valoras qué acciones positivas puedes realizar a continuación.
Cuando usas el pensamiento positivo para enmascarar lo que realmente piensas
Si en este instante te sientes completamente infeliz y piensas que el mundo apesta, podrías ponerte encima el pensamiento positivo, como si se tratara de una máscara.
Todo va bien. Soy feliz.
Pero esto, tan forzado, no hará que te sientas mejor.
Lo que hará que puedas pensar en positivo es que asumas tus miedos, tus temores, tus heridas, que le hagas frente a todo eso, para hacer las paces contigo y con el mundo.
Ése es el genuino pensamiento positivo. Poco a poco irás descubriendo de qué creencias tienes que liberarte y de qué cambios puedes realizar para mejorar tu vida.
Cuando estás convencido de que sólo teniendo pensamientos positivos atraerás lo que deseas, sin que tengas que hacer nada más
Olvida esa idea. Si deseas algo, la mayoría de las veces has de actuar para que se cumpla.
Piensa en positivo, bien. Te mereces eso que buscas y lo puedes lograr, pero necesitas estar pendiente de las oportunidades que surjan y estar dispuesto a caminar en la dirección adecuada.
Cuando te centras en lo que no quieres
Veamos esto con un ejemplo absurdo. Yo misma me propongo pensar en positivo diciéndome: «No me voy a resfriar este otoño.» ¿En qué me estoy enfocando? En el resfriado, que es justo lo que no quiero.
Y es lo mismo con otros ejemplos: No me quiero enfadar. No quiero estar triste, etc.
Al pensamiento positivo, para que sirva de algo, le sigue la acción encarrilada en esa dirección.
Luego, tiene más sentido pensar, por ejemplo: «Quiero estar sanísima este otoño.» Eso, para que se me vayan ocurriendo las acciones concretas para convertir ese propósito tan saludable en realidad.
Cuando quieres probarte a ti mismo que el pensamiento positivo no funciona
Si piensas que pensar en positivo es una tontería, cualquier prueba que realices confirmará lo que piensas, porque tú buscas evidencias que confirmen que estás en lo cierto y ésas son las que antes verás.
Cuando crees que pensando en positivo te aguarda un camino de rosas
Nada de eso. Habrá de todo. En el camino aguardan rosas y espinas a modo de obstáculos y problemas de todos los grosores y tamaños.
Pensar en positivo sirve para enfrentarte mejor a esas situaciones, para centrarte en las soluciones y en el modo de superar las circunstancias adversas que se presenten.
Cuando crees que no te ocurrirá nada malo si piensas cosas buenas
Tampoco.
No vivimos en el país de la piruleta. A veces ocurren auténticas calamidades y la culpa no la tienes tú por no haber pensado continuamente en algodones y gominolas.
En la vida de cada uno de nosotros algunas veces ocurrirán cosas que no nos apetecen lo más mínimo: enfermedades, fracasos, abandonos, desilusiones, etc. Situaciones temporales que nos dolerán y que hemos de aceptar.
Pensar en positivo nos ayuda a enfrentarlas, como hemos dicho, e incluso a ver la parte buena. Como cuando, por ejemplo, nos toca aprender de un fracaso. Y también nos ayuda a movernos hacia adelante para no quedar atrapados por esas experiencias.
Cuando realmente no sabes lo que quieres; sólo que te ocurran cosas buenas
En ese caso, vamos a la deriva. Si tú no tienes claro qué es ese «algo bueno», ¿cómo vas a reconocerlo si llega?
Una vez más, lo más práctico es saber lo que quieres y moverte en esa dirección.
Cuando esperas que las cosas buenas te las pongan otros en bandeja
Pues, no. Cada uno de nosotros es quien dirige su propia vida. No podemos quedarnos a espensas de que nuestra felicidad dependa totalmente de lo que otros quieran darnos.
Una vez que tenemos claro lo que queremos, hemos de asumir la responsabilidad y actuar.
Cuando esperas que las cosas ocurran exactamente como tú deseas
Nos pasa a todos. Alguna vez tenemos expectativas sobre algo; trabajamos con ilusión y no conseguimos lo esperado.
Pero eso no significa que pensar de manera positiva haya sido un error, al contrario. En ese momento, es cuando necesitamos más que nunca adaptarnos a la situación, extraer lo bueno y ver qué podemos hacer al respecto.
.
Con esto hemos visto que el pensamiento positivo no funciona si te limitas a desear «lo bonito» y sentarte a esperarlo.
Pensar en positivo funciona cuando te conoces a ti mismo, cuando sabes lo que quieres y estás dispuesto a moverte por ello.
Imagen de boskizzi