Imagínate que, gracias a una lámpara o a una varita mágica, pudieras hacer realidad tus “sueños” instantáneamente.
Es una fantasía clásica, ligada a la creencia de que así seremos felices. Y, dicha felicidad, como leímos en los cuentos, se prolongará por siempre. ¿Ocurre esto en la vida real?
No siempre ocurre. No siempre que consigues una meta (o ves tu “sueño” convertido en realidad) eres feliz. Y, si lo eres, esa felicidad puede que no dure tanto como tu previste. El ejemplo lo tienes en tu propia experiencia y en el de las personas que te rodean.
¿Por qué? Pueden ocurrir unas cuantas cosas que uno no considera cuando está frotando la lámpara.
- Que el sueño convertido en realidad no sea exactamente lo que imaginaste.
- Que, materializado ese sueño, surjan nuevos deseos. Y consideres que tu felicidad no estará completa hasta que no se cumplan ésos también.
- Que el sueño materializado suponga el esfuerzo de mantenerlo y seguir trabajándolo. Cosa con la que no contabas.
- Que te acostumbres a tu nueva realidad, olvidándote muy pronto del subidón de alegría del inicio.
Desde luego, conseguir algo que deseas o por lo que has trabajado largo tiempo, es una alegría nada desdeñable. Ese momento es maravilloso, cuando se da.
Pero no tiene porqué darse, ni darse como lo has imaginado, ni durar tanto como te gustaría que durase.
Hipotecar la felicidad de un sueño hasta el momento de verlo convertido en realidad es un error. Los sueños, metas, ilusiones, objetivos (o como tú quieras llamarlos) sirven para darle un sentido a lo que haces hoy.
Los objetivos en los que te enfocas son un reflejo de tus valores y tus prioridades. Te proveen de motivación para construir la vida que quieres. Y se componen de pequeños éxitos (o fracasos) que se suman día tras día.
Tal vez te quede un buen trecho para ver cumplido al completo el sueño que tienes en mente. Quizás, cuando llegues al final no sea como imaginas. Quién sabe.
La alegría de hoy está más próxima. Si tu objetivo tiene sentido a día de HOY, celebra ese pequeño avance que te acerca a la meta. Alégrate por la parte minúscula de ese sueño que conviertas HOY en realidad.
Ésa es la propuesta: intentemos ser felices por el camino. Si resulta que al final nos espera más alegría, bienvenida sea. Y, si no, a ver quién nos quita lo gozado.