A quien algo quiere, algo le cuesta

Vienen los días de las buenas intenciones y los propósitos para el año nuevo. ¿Quedarán éstos olvidados antes de que llegue febrero?

¡Oh, no! No vamos a ponernos pesimistas.

Muchas personas hacen bueno el dicho «Año nuevo, vida nueva«. Claro que son ésas que, después de decidir el propósito en cuestión, se preguntaron:

¿De veras estoy dispuesto a cambiar?

Porque, como dice el título del post, si tú quieres algo, has de trabajártelo.

A quien algo quiere, algo le cuesta

Simple, es muy simple.

Pero, mientras que la costumbre de enunciar los propósitos para año nuevo está muy extendida, la de reflexionar sobre cómo impactaría ese cambio en la vida de cada uno… no lo está.

pequeños pasos

Hazle sitio a lo nuevo

Ojalá fuese tan fácil adelgazar, dejar de fumar o hablar inglés con la soltura de un nativo (por mencionar unos cuantos propósitos populares).

Un objetivo trabajoso no se consigue con el sólo hecho de enunciarlo. Se precisa esfuerzo, compromiso, paciencia, tiempo… Y también más de una renuncia. Pocas veces se logra que entre lo nuevo sin que salga algo viejo.

¿Estás dispuesto a renunciar a ratos de ocio, a ponerte de chocolate hasta las cejas o a quedarte un rato extra en la cama por las mañanas?

¡Claro que puedes conseguir tu propósito!

Pero tienes que hacerle sitio en tu vida y esforzarte por ello. Piensa bien qué demanda de ti ese reto. Haz tu plan. ¡Y adelante! Día a día; poco a poco.

No temas porque el objetivo sea muy ambicioso. Incluso si deseas cambiar radicalmente de vida, puedes hacerlo. Nunca es tarde.

Sólo ten presente que habrás de dejar algo atrás y que tendrás que poner de tu parte. ¿Estás dispuesto a hacerlo?

Imagen de Jeezny


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