Llamemos estrés anticipado a ese desasosiego que sientes cuando piensas en un suceso importante que se viene encima.
- Puede tratarse de algo desagradable, como el encuentro con alguien que no deseas ver.
- De algo agradable, como una cita muy especial.
- O de algo que no sabes todavía si será positivo o negativo, como esa llamada en la que te confirmarán te aceptan o no para empezar a trabajar.
El estrés es parecido: estás tenso y no puedes pensar en otra cosa. Quizás tengas las manos heladas. Quizás notes una opresión en el pecho. Puede que no pegues ojo por las noches o que todo lo que comas te siente mal. A saber…
A cada uno de nosotros se nos manifiesta esa desazón de maneras distintas. Lo que sí tenemos en común es la necesidad de controlarla. Pero, ¿cómo hacerlo?
Venga. Agarra las riendas.
Atiende lo más básico
Tu salud. El traicionero estrés quizás haga que te olvides de comer a tu hora y de otros cuidados fundamentales. Y, peor todavía, quizás te dé por fumar como un cosaco para templar los nervios o por otra salida igual de dañina.
Los efectos inmediatos quizás no los notes demasiado, porque tienes el cuerpo en alerta y derrochando energía por un tubo. Pero, a medio o largo plazo, estas decisiones sí pueden afectarte de manera negativa.
Tenlo presente y dale importancia a tu cuidado personal: comer, dormir, descansar, hacer ejercicio, etc., por muy nervioso que te encuentres.
Analiza la situación
La incertidumbre es horrorosa. No saber qué va a pasar activa todas las alarmas y, quizás, comienzas a darle vueltas a lo más catastrófico y a angustiarte cada vez más.
Detén ese bucle y deja de morderte las uñas compulsivamente.
Haz una lista con esas cosas temibles que anticipas. Esto te ayudará a ser más objetivo y a pensar con claridad.
Enfrenta el miedo
Pon tu imaginación a trabajar, pero a tu favor. Ya que has identificado «los peligros», visualízate afrontándolos. Imagina el escenario donde ocurre eso que temes:
¿Dónde estás? ¿Cómo te dan la mala noticia (si es el caso)? ¿Cómo te sientes? ¿Qué haces en ese momento?
No, no te vas a morir de los nervios. Mírate ahí, controlando la situación.
Y, si la visualización no es suficiente, ensaya el momento. En algunos casos es utilísimo (como exámenes, entrevistas, actuaciones…). Trabaja tu voz, tus gestos, tus posibles respuestas, etc.
Quítale importancia
Ni sé cómo me atrevo a escribirlo, porque ésta opción es la más complicada.
¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Eso? ¡Bah! No es para tanto…
Lo bueno de esta técnica es que se aplica cada vez mejor conforme van pasando los años y ves que, efectivamente, ocurren sucesos indeseables y los vas solventando por poco que te gusten.
Porque, si lo piensas detenidamente, ¿a que, hasta la fecha, has afrontado un buen puñado de situaciones difíciles?
Pues sí. Lo has hecho y has seguido adelante.
Siente el estrés y sacúdetelo
Expresa tu nerviosismo. Sí, como lees. Si quieres gritar, grita. Si sientes un nudo en la garganta, llora. Y, si no puedes evitar preocuparte, preocúpate un rato.
Porque, si reprimes todo eso, lo más probable es que las emociones quieran «salir» durante todo el día, impidiendo que atiendas bien otras cuestiones importantes (como la del cuidado personal). Necesitas desahogarte.
Quizás, después de eso te apetezca acudir a alguna de estas ideas para desestresarte.
Todas esas medidas pueden ayudarte a manejar el estrés y a estar mejor preparado para todas emociones que se avecinan.
¿Y si te apetece gritar… y no puedes?
Si no puedes gritar, suspira y sopla (como lo lees)
Si pudieras subir a la cumbre de una montaña y dar unos cuantos alaridos liberadores, te quedarías tan a gusto…
Gritar en casa ya no es tan recomendable. Así que puedes apuntarte estas dos opciones: suspirar y soplar. (Y no estamos de parto.)
Suspirar
El suspiro no suele producirse voluntariamente. Unas veces suspiramos sin darnos cuenta al contemplar algo que nos impresiona de manera muy positiva; otras, cuando estamos cansados, tristes o fastidiados.
Pero, en todos los casos, sirve para relajarse, aunque sea el propio organismo el que tome esa decisión por nosotros.
Después de un suspiro, viene una respiración más profunda, que intenta restaurar la calma.
Puedes probar a suspirar alguna que otra vez de manera intencional, ¿no?
Soplar
Soplar es un remedio sencillísimo para liberarse de la tensión. Por cierto, es un recurso muy útil para iniciar a los niños en las técnicas y prácticas de relajación.
Dejar salir lentamente un hilo de aire, también puede acompañarse de la imagen mental de estar expulsando ese «hilo de mal humor» fuera de uno.
Más simple, imposible. Ahora, si cierras los ojos, mientras suena una música arrulladora y suspiras o soplas a placer, mandarás los agobios a paseo por un buen rato.
Con esas ideas te dejo para cuando pienses: ¡Ay, la que me espera! Ponle freno al estrés anticipado.
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Gracias por venir.
Entrada publicada en abril de 2013, republicada en octubre de 2018.
Jose dice
Muy bueno tu blog, la informacion que aportas es muy clara y al punto, gracias..
Casandra - TBM dice
Muchas gracias, Jose.
Intentaré aportar lo mejor que pueda. 🙂