Se dice que hay que aprender de los fracasos. ¿No estaría bien aprender de los aciertos, además?
Veamos qué sentido tiene esta propuesta.
Los errores y el fracaso son maestros excepcionales. Pero, si le echas un vistazo a tu vida, verás que también se acumulan un buen número de aciertos y, quizás, grandes éxitos de los que puedes sacar partido actualmente.
Si observas tu trayectoria con detenimiento y honestidad, verás qué puntería tuviste con determinadas decisiones.
Hay áreas o aspectos de tu vida que funcionan (o funcionaron) y en eso tú tuviste bastante que ver.

No, no fueron la suerte, la influencia de otros o la inercia. En ciertos casos, sí. Pero, en otros, fueron aciertos de tu parte.
Si eres capaz de identificarlos, además de reforzar tu autoconfianza, podrás utilizar esa información para tus futuros objetivos.
En definitiva, podrás «replicar» el éxito.
- Es como cocinar la comida de una determinada manera, porque así has visto que te queda mejor.
- Como hacer de antemano la lista de la compra, porque te das cuenta de que así evitas gastos impulsivos.
- Como preparar una entrevista de trabajo teniendo en cuenta lo que hizo que aquélla te saliera tan bien.
Tú, como todos, has hecho cosas bien. Permite que esos aciertos brillen. Pero, además, extrae de ellos lecciones que te sirvan a futuro.
En el camino que hemos recorrido tuvieron lugar multitud de experiencias, tanto éxitos como fracasos. Y ambos son una fuente de aprendizaje.
El pasado es para eso: para que aprendamos.
Sí, sé que lo sabes. Lo que pasa es que casi siempre damos más importancia a lo que sale mal. Es solo un recordatorio para poner equilibrio.
Los golpes y los errores dejan sus lecciones. Pero también los aciertos dejan las suyas. Si no los aprovechamos, neutralizamos el valor de esa experiencia.
[Dejo esta entrada, relacionada con la última frase: ¿Sabes cómo manejar el éxito?]