Adelantamos el reloj una hora, que es lo propio para el último domingo de marzo: de las 2 saltamos a las 3 de la madrugada y lo hacemos todos los países de la Unión Europea a la vez.
Ya estuvimos comentando el cambio al horario de invierno, que tuvo lugar en el último domingo de octubre.
A título de curiosidad, apuntamos que en otros lugares del mundo, también se realiza el cambio horario.
A día de hoy hay 75 países que lo aplican, la mayoría de Norteamérica y Europa.
El día elegido para el cambio no es el mismo para todos los países.
En la Unión Europea cambiamos todos los países a la vez para cumplir con una directiva de 2001, en la que se unifica el cambio horario y queda establecido para el último domingo de marzo (horario de verano) y el último domingo de octubre (horario de invierno).
Aspectos positivos y negativos del cambio horario
Lo positivo del cambio es el ahorro energético derivado del mejor aprovechamiento de la luz solar. Ésta es la razón por la que se cambia de hora.
El lado negativo lo ocupan los pequeños trastornos orgánicos que el cambio puede ocasionar en algunas personas.
Trastornos como, por ejemplo: alteraciones en el sueño, cansancio o dificultad para levantarse. Y, a consecuencia de estos trastornos, también queda afectado el estado de ánimo de la persona que los sufre.
El cambio horario se realiza al final de la semana para minimizar el impacto de dichos trastornos.
Muchos de nosotros sólo experimentamos la vivencia de un domingo “diferente”, en el que estamos un poco desubicados. El lunes nos vamos entonando y, para cuando llega el siguiente fin de semana, ya estamos totalmente acostumbrados.
Eso es lo que necesita el cuerpo para acostumbrarse: una semana, como mucho.
Personalmente, confieso que me cuesta menos pasar al horario de verano que al de invierno. Me acostumbro prácticamente en el mismo fin de semana del cambio.
Mis trucos son dos:
- Adelantar los relojes durante el sábado y “jugar mentalmente” durante el día a que el cambio ya se ha producido. Como me gusta que haya más horas de luz, esto no me cuesta ningún trabajo.
- Levantarme el domingo un poquito antes (media hora o así). De esa manera no me pongo nerviosa pensando que se me ha hecho tarde. Es que yo tengo unos domingos un poco ajetreados en esta etapa de mi vida. 😀
Con lo anterior, mi cuerpo y mi mente llegan al lunes con horario de verano. ¿Y tú? ¿Compartes con nosotros tus trucos personales para cambiar de horario?