¿Por qué querrías hacer cambios en las rutinas, si están tal y como a ti te gustan?
Porque los beneficios de hacerlo son sustanciosos. Hablemos de ello.
Las rutinas son muy convenientes. Gracias a la estructura que brindan, cumples con lo que has decidido hacer de manera eficiente y no te desgastas pensando en qué otra cosa podrías estar haciendo en ese momento.
Pero también son un arma de doble filo. Si te apegas a rutinas inflexibles y monótonas, te amuermas y, además, basta un leve contratiempo para estresarte o sacarte fuera de juego.
Por eso es beneficioso hacer pequeños cambios en las rutinas cotidianas.
Beneficioso para tu creatividad
A todos nos hace falta creatividad para dar respuesta a las situaciones que nos piden soluciones. La necesitamos en nuestra vida diaria para generar ideas, elaborar estrategias, combinar los elementos a nuestro alcance, responder a imprevistos, etc.
Cuando te apegas a hacer lo mismo de siempre, del mismo modo que siempre, esta capacidad se atrofia.
Afortunadamente, entrenarla es sencillo. Basta con introducir pequeños cambios en la rutina; cambios que “obligan” a tu creatividad a ejercitarse.
Beneficioso para estar más despierto
Haces cada día lo mismo de manera muy parecida. Vas a los mismos sitios. Hablas con la misma gente. Y, cuando ejecutas ciertas tareas, conectas el piloto automático y te dejas llevar.
La vida transcurre alrededor. Y tú pierdes las ganas y la capacidad de tomarle el sabor. Operas en automático. Vives más como una máquina que como un ser humano.
Lo bueno es que sólo con cambiar ligeramente tus rutinas puedes sacudirte el aletargamiento que surge de repetir y repetir y repetir lo mismo.
Beneficioso para enfrentarte a los cambios
Ejecutar las mismas rutinas calcadas del día anterior, te acostumbra peligrosamente a la comodidad de lo conocido. Tanto, que le temes al día en el que un imprevisto te cambie el guión.
Pero los cambios suceden. Son lo único constante en esta vida. Y, mientras más te aferres a la rigidez de la rutina, más van a desestabilizarte (no sólo los grandes, sino también los pequeños).
Si, de tanto en tanto, voluntariamente introduces cambios en lo que haces, cuando lleguen los otros, no te vendrán tan largos. Los recibirás con más calma y confianza, porque estás acostumbrado a ellos.
Ejemplos de cambios en las rutinas
El propósito de las rutinas es hacerte la vida más fácil.
Si a ti te funcionan las tuyas como están, no es necesario que les des la vuelta o que hagas cambios drásticos. Lo que sí puedes es hacer pequeños cambios.
¿Cuáles? Por ejemplo, en las comidas: Si estás acostumbrado a comer casi siempre los mismos platos, prueba con uno nuevo. Si habitualmente comes solo, prueba a comer con alguien. Si comes en el mismo lugar, cambia un día de sitio.
En la lectura, en la música o en las películas que ves. Prueba con otro género. Visita por gusto un sitio web donde haya aficionados de otro estilo. Exponte por unos instantes a algo inédito.
En las tareas que realizas a diario. Realiza pequeños cambios de sitio o de horario. Haz lo de siempre de un modo distinto… (Sin saber cuáles son esas cosas que tú haces, es más difícil hacer sugerencias.) 😮
La idea es añadir un poco de variedad a lo que realizas habitualmente.
Y falta el rey de los cambios: Aprende algo nuevo. Tómatelo como un juego, como una aventura cotidiana. Busca una pequeña cosita que aprender cada día.
Los cambios pequeños y simples son efectivos. Para ser más creativo y flexible no hace falta que te compliques la vida. Es suficiente con desperezarte un poco de lo conocido y añadir una pizca de variedad al día.
Aunque, porqué no, alguna vez en la vida tampoco viene mal romper del todo con lo conocido y sumergirte en experiencias diferentes… Para algo se inventaron las vacaciones. 😀