Hay personas que tienen problemas controlando su ira. Se les termina la paciencia y estallan rápidamente ante aquello que les saca de sus casillas, sin poder evitarlo. ¿No pueden?
Es su temperamento, dicen algunos para justificarlo.
Oh, no. A estas personas no les pierde el temperamento. Pierden el control porque parten de creencias equivocadas. Veremos siete de ellas.
Identificarlas nos puede servir a todos, ya tengamos problemas controlando la ira o no.
1. No pueden evitarlo
Las personas que pierden el control fácilmente suelen tener muchas excusas: Se han levantado con mal pie, están estresadas, cansadas, preocupadas… o vaya usted a saber.
No se cuestionan que la persona con quien se enfadan pueda estar incluso peor. Qué más da.
Justifican su arranque rabioso amparándose en su estrés (o en lo que sea). Luego, tienen más control de la situación del que dicen tener.
2. La única manera de expresar la ira es estallar
Las personas furiosas piensan que el estallido de la ira les hará sentirse mejor.
En realidad lo que sucede viene a ser lo contrario: Cuando más rabias y gritas, más furioso te pones.
3. La frustración es intolerable
Las personas que se enfadan fácilmente no suelen soportar que las cosas no salgan como a ellas les gustan. Todo tiene que ir a su gusto y esto, obviamente, no siempre es posible.
De vez en cuando, todos cometemos errores. A todos se nos estropean los planes alguna vez. ¿Y qué? Es parte de la vida y de las superaciones que cada uno de nosotros ha de afrontar.
4. Ganar es más importante que tener la razón
Hay personas que ven que su estatus peligra cuando discuten. Necesitan ganar la partida, aunque en algún momento sientan que no tienen la razón de su lado. Es una cuestión de autoestima.
Si están equivocadas, buscan el modo de ridiculizar al otro, de mostrarle que está más equivocado todavía o recurren al clásico: «Y tú, más«.
No saben (o no creen) que las personas con una autoestima sana son las que pueden hacer su ego a un lado para quedarse con la mejor solución.
5. El respeto supone que los otros hagan lo que tú quieres
Si su pareja se niega a hacer algo o si su hijo les desobecece, por ejemplo, ellos piensan que es una falta de respeto. ¡Algo intolerable!
Han de imponerse, entonces; subir la voz y dejar claras las consecuencias de desobedecer sus órdenes.
Qué triste es cuando el respeto descansa sobre el miedo, en lugar de hacerlo sobre el amor.
6. La manera de hacer las cosas bien es peleando
Algunas de las personas que viven perennemente enfadadas han aprendido a ser así viéndolo de sus mayores. Quizás han crecido observando a su padre, a quien nadie era capaz de toserle y que siempre hacía lo que le salía de… su voluntad.
No han tenido modelos influyentes para aprender cómo se resuelven los conflictos negociando; sólo han visto imposiciones.
Así es que llegan a adultos y se terminan pareciendo, quizás, a ese padre que tanto temían cuando eran niños.
7. Los demás deberían entender que no querían hacer o decir «eso» cuando estaban enfadados
En el momento de la bronca, se dejan ir. Es problema de los otros si se toman en serio o no lo que dicen. No se plantean si hieren, humillan, avergüenzan o intimidan al otro.
Después de todo, dijeron lo que dijeron porque estaban enfadados y no porque lo sintieran realmente.
¿Su ira les da ese derecho?
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Hasta aquí, los apuntes sobre estas creencias y actitudes. No sólo afectan a gruñones crónicos. Cualquiera de nosotros puede adoptar alguna de ellas y bien vale que sepamos que hay otras posturas más sanas.
Basado en 7 Mistaken Assumptions Angry People Make
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