El consumo de tabaco liga muy bien con la ingesta de alcohol. Éste es un depresor del sistema nervioso central y la nicotina es una droga estimulante. Es fácil de entender que se complementen.
Pero, ¿qué pasa con la cafeína?
Nicotina y cafeína son ambas sustancias estimulantes; causan efectos similares en el organismo. Nos hacen, se supone, estar más despiertos y concentrados. Bastaría con uno de ellos para ponernos a tono, ¿no crees? Pues no. ¡Queremos más!
Al igual que ocurre con el alcohol, cafeína y nicotina potencian sus efectos cuando se consumen juntas. De ahí que apetezca tanto el cigarrito de después del café. Ya ves, no es sólo una cuestión psicológica. También tiene su explicación física.
Además tienen en común que son sustancias adictivas, obviamente. La nicotina mucho más que la cafeína. Lo que no quiere decir que dejar el café sea sencillo, especialmente para una persona que bebe varios cafés al día para mantenerse en marcha.
¿Dejar el café o no dejarlo?
No le llega a los talones a la nicotina, pero la retirada de la cafeína también puede producir síntomas variados, especialmente irritabilidad.
Por lo tanto, abandonar el café al mismo tiempo que se deja el cigarrillo, es natural que amplifique el posible malestar por la abstinencia de nicotina.
Pero estamos ante un dilema. Porque, si se sigue consumiendo café mientras se deja de fumar, es más fácil recaer en el vicio. El cigarrito apetece muchísimo más.
¿Qué hacemos entonces?
Lo suyo es moderar el consumo de cafeína cuando dejamos de fumar, si no se está preparado para dejarla del todo (y esto incluye a otras bebidas estimulantes, además del café).
Si alguien acostumbra a beber café por litros, puede quedarse sólo con los cafés más “importantes”. Por ejemplo: El de la mañana y el de después de comer, y tomarlos poco cargados.
Y, en lugar de acompañarlos con un cigarrito, sucederlos con un vaso de agua (bebido lentamente) y un poco de movimiento. Esto es: prescindir del ratito de sobremesa o de pausa que le siga al café. Se puede sustituir por un paseo o por cualquier otra actividad.
¿Qué tal, la propuesta? Es sana y efectiva. Y, como somos criaturas de hábitos, habrá que repetir hasta que se fije en nuestro repertorio.
Con práctica podemos “desasociar” la pareja famosa: café y cigarrito. Con el tiempo, incluso podemos pasarnos al descafeinado o a los zumos de frutas, quién sabe.
Ánimo, si te las estás viendo con este “dúo dinámico”. 😉