Razones para dejar huecos en tu agenda

¿Sueles dejar huecos? ¿Tienes tiempo para respirar entre tus ocupaciones o justo cuando terminas una ya estás con la siguiente?

¿Te has planteado la idea de dejar deliberadamente espacios libres entre tus actividades? Me refiero a un poco de margen para no ir tan acelerado entre un compromiso y otro.

He aquí algunas razones para planteártelo:

frenar

El estrés

Un poquito de estrés es saludable. Pero cuando éste se agranda y se prolonga de más, acabas agobiado perdido o hecho polvo.

Una manera evitar que el estrés se multiplique es darte esos espacios libres en tu agenda. Espacios que te permiten frenar, relajarte y calentar motores para lo siguiente que vayas a hacer.

Por ejemplo, entre terminar de trabajar e irte al curso de inglés, puedes pasear, meditar, mirar un rato por la ventana… Lo que sea que te relaje y que no tengas planificado de antemano.

Los imprevistos

Tener huecos en la agenda también sirve para encarar mejor los imprevistos: Ese trabajo que demoras en terminar más de lo que pensabas, la avería inesperada, el atasco de tráfico, el resfriado inoportuno, etc.

En realidad, los imprevistos son algo con lo que siempre hay que contar. Surgirá el que menos esperas en el momento más inoportuno. No es pesimismo. Es la vida.

Cuando nos olvidamos de que los imprevistos existen, el estrés también se multiplica. Porque, al estar las tareas embutidas a presión en el horario, falta el espacio y la energía para hacerles frente.

La creatividad

La creatividad es necesaria para resolver problemas. (¿Quién no los tiene?)

Y, para que salga tu lado más creativo, necesitas un poco de calma: Dejar que la mente explore, que imagine, que vuele… Cosa que es difícil de lograr cuando estás acelerado entre terminar una cosa y empezar con la siguiente.

Esos espacios tranquilos o hasta aburridos, que logras en una agenda no tan atestada, ayudan a que aflore tu lado más creativo.

Tus prioridades

Para lograr esos espacios quizás tengas que sacar de tu agenda actividades poco importantes. O actividades que sí son importantes y te hacen feliz, pero que no son tan prioritarias como otras.

Siempre puedes elegir. Y la decisión de estar menos ocupado te conduce a definir qué es lo que más te importa y qué es secundario.

 

Es tentador destinar cada minuto del día a algo productivo. Así estamos todos, ocupadísimos, acelerados… y muchas veces, estresados.

Quizás sea buena idea hacer menos, hacerlo mejor y tomarse la vida con más calma. A mí me queda muchísimo que progresar en esta cuestión, pero me voy encaminando.

¿Cómo lo ves tú? ¿Prefieres un ritmo alto de actividad? ¿Has probado a darte “respiros” entre tus actividades?

Imagen de Rob Ireton


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