Por práctico que sea dedicar unos minutos a decidir a qué actividades vas a dedicarle hoy tu tiempo, no acabas de verle ventajas.
¡Caramba! Con la de cosas que tengo que hacer… En los minutos que tardo en hacer la lista, ya he terminado varias tareas. Estoy demasiado ocupado para esas pamplinas.
De entrada, el inconveniente de planificar el día es que parece que pierdes un tiempo al principio. Sí, lo parece. Porque, en realidad, lo “amortizarás” de una u otra forma a lo largo del día.
Si decides con antelación:
- durante la jornada no dedicarás ese tiempo a pensar qué hacer o qué no;
- habrás decidido la secuencia que más te conviene para optimizar tu energía (primero, esto; después, aquello);
- habrás seleccionado las tareas importantes, para evitar perder tiempo en tareas de poca monta
- y sentirás que tú tienes el control de tu tiempo, en lugar de agobiarte por lo contrario.
[Hace tiempo que volvimos a hacerle publicidad a este sano hábito de planear el día. Puedes leer otras de sus ventajas aquí: 5 Razones para planear el día siguiente antes de acostarte.]
Aquí tienes un vídeo, donde te resumo rápidamente las mayores ventajas de planear el día.
Adapta la idea a ti y tus circunstancias
La mayoría de nosotros hemos de dar respuesta a variadas responsabilidades a lo largo del día. Nosotros las elegimos, así como elegimos el modo de abordarlas.
Una opción es planificar rigurosamente. Poco recomendable, ya que no podemos controlar cada cosa que va a pasar este día. Nos frustraremos de lo lindo si lo pretendemos.
Otra opción es no hacer planes y poner el turbo en cuanto nos tiramos de la cama. Poco recomendable también, por lo estresante y porque corremos el riesgo de dedicar mucho tiempo a tareas secundarias, sin progresar apenas en las importantes.
Entre esos dos extremos se halla esta propuesta saludable: a tu gusto, a tu estilo, con más detalle o con menos, decide qué vas a hacer con este día. Hazte un plan de ruta.
Si no tienes esta costumbre, prueba la idea y compara el día en el que tú decides el rumbo con el que lo improvisas.
“Pierde” esos minutos al principio del día y comprueba por ti mismo si los recuperas y cómo te sientes en ambos escenarios.