En unos minutos encontraré bellas palabras o canciones con las que expresarte lo importante que eres para mí. Esa será la parte fácil.
Hay una parte más complicada, que también probará que, de veras, eres importante en mi vida. Y no pienso renunciar a ella.
Por difícil que resulte, no pienso darte la razón en todo momento, aunque sea lo más bonito y agradable.
Será difícil decirte que no. Será difícil mostrar mi desacuerdo. Será difícil para mí llamar tu atención sobre un problema que estés esquivando.
Pero habrá veces en las que, diciendo que no, estaré probando que me importa tu bienestar. Las habrá en las que, diciendo que no estoy de acuerdo contigo, probaré que te respeto y que te aprecio.
Las habrá. Y siendo amable y complaciente no te estaré ayudando ni dando prueba que me importas.
Habrá momentos en los que atravieses dificultades. Podría ser que incluso tú mismo te dieras la espalda.
Y yo quiero estar ahí. Pero sin regodearme en la pena, sin engordar tu historia de víctima y sin hacerte dependiente de mi generosidad.
Quiero demostrarte que me importas ofreciéndote mi mano. Andando contigo a cada paso que te haga más fuerte, más sabio y más libre.
Quiero probarte que me importas ayudándote a crecer como persona y acudiendo a ti cuando sea yo quien necesite ayuda.
Todo eso es y será más difícil que ser agradable y complaciente a tiempo completo. Más difícil que dedicarte una frase o una canción bonita. Más difícil que reír contigo en los ratos divertidos.
Hay gestos sencillos, como esos, con los que te diré que me importas. Acudiré a ellos. Pero también acudiré a lo que, en algún momento, pueda parecerte poco amable, poco considerado.
Confío en que, cuando pasen, veas que actué como lo hice porque me importas. Porque te quiero. Precisamente por eso.
Imagen de mrehan