Todas las personas poseemos capacidades que podemos desarrollar simplemente poniéndonos a ello.
Entre ellas puede hallarse un talento natural, alguna cualidad innata o predisposición que destaca frente a otras.
Descubre cuál es tu talento natural.
¿A qué te gustaba jugar en tu infancia?
Los juegos infantiles son mucho más que eso. Son la forma en la que los niños entienden el mundo adulto y expresan sus deseos e inclinaciones naturales.
Mediante el juego, los niños pueden ensayar con libertad y sin miedo a equivocarse todas las opciones que les ofrece la vida.
Pueden probar mil y una profesiones, jugar a ser jefes, empleados, artistas, cantantes o músicos, sin que nadie ponga límites a sus deseos.
Los juegos representan actitudes, inquietudes y deseos, pero también los talentos naturales: aquello a lo que el niño siente una sincera y profunda inclinación, sin saber por qué.
No es extraño que el niño que pasaba horas con los juegos de construcciones sea hoy un reputado ingeniero o arquitecto. O que la niña que jugaba a los médicos hoy pase consulta en un hospital.
Las aficiones que el niño manifiesta, como el gusto por la pintura, por el deporte, por la música o por la informática, por ejemplo, son esos talentos que tratan de emerger y que, con la práctica, les pueden convertir en auténticos genios en esa materia.
Muchos de nuestros talentos naturales se quedaron en la infancia.
Conforme nos vamos convirtiendo en adultos, tendemos a hacer nuestros los miedos e inseguridades de las personas que nos rodean.
Unos padres temerosos del futuro posiblemente contagiarán ese miedo a sus hijos, que buscarán una profesión “segura” a la que aferrarse, y que puede estar a años luz de sus deseos e inclinaciones naturales.
Pero el talento sigue ahí, latente, esperando a ser desarrollado en plenitud.
Conecta con tu talento natural
Si has hecho el esfuerzo de volver por unos instantes a tu infancia, seguramente habrás dado con los juegos que más te gustaban, con aquello que te encantaba hacer o con lo que solías fantasear: ahí está tu talento, esperando.
Nunca es tarde para volver a conectar con uno mismo ni para hacer realidad los sueños.
Muchos ejemplos confirman que es posible retomar una vieja afición y convertirla en profesión. O volver a estudiar en la edad adulta para ejercer de lo que siempre soñamos.
A menudo, los límites que vemos para realizar nuestros deseos son internos y no externos: nada hay fuera que nos impida hacer lo que queremos. Derribemos barreras.
Solemos ser nosotros mismos:
- quienes nos desanimamos antes de empezar,
- los que nos ponemos trabas para lograr nuestros propósitos,
- los que decimos que no sin tan siquiera intentarlo.
Las excusas y trabas que encontramos no suelen responder a la realidad, sino a nuestros miedos e incertidumbres.
Si te has reencontrado con tu talento natural en la edad adulta, estás de enhorabuena. Esta vez no lo dejes escapar.
Y, si permanece oculto, aquí tienes tres maneras de sacarlo a la luz.
Descubre un talento oculto
(1) Recuerda qué te gustaba hacer.
Puede tratarse de un hobby que ya no practiques; de lo que disfrutabas contando chistes, escribiendo poemas, bailando merengue o tocando el trombón.
¡Ahí está! Ahora puede ser el momento de sacarle jugo a cualquiera de esos viejos divertimentos.
(2) Recuerda en qué tareas estabas entrenado.
¿Hay algo que hicieras muy bien en el pasado y que ya no practiques? Siempre puedes retomarlo.
Si decides no hacerlo, recuerda que ningún aprendizaje es inútil.
Todo sirve, ya sea para usarlo en un momento posterior o para reforzar otros aprendizajes.
(3) Pregúntale a la gente que te conoce bien.
Esto resulta. Nuestra memoria es selectiva y puede desvanecer algunos hechos del pasado.
Sin embargo, nuestros seres cercanos (que también seleccionan recuerdos), pueden darnos una buena lista de sucesos y habilidades, potenciales o manifiestas, que nos puede dejar boquiabiertos.
Y ahora que tienes una pista de qué talentos permanecían aletargados en ti, puedes elegir: ¿Los desarrollas o no?
Si la respuesta es “Sí“, prepárate para lo siguiente:
1- Divertirte. Lo primero y más importante. Si no va a ser divertido, es una tontería rescatar por gusto un tostón del pasado.
2- Empaparte de información. Esta parte también es divertida. Consiste en leer, investigar y, en definitiva, actualizarse.
3- Practicar. Un “truco” ineludible si quieres progresar.
4- Encontrar colegas. Así se progresa antes e incluso puede ser más divertido.
5- Sacarle todo el partido posible. ¿Quién sabe? Puedes dar clases, ayudar desinteresadamente a otros o hacer que ese talento complemente a otros. En definitiva, se trata de exprimirlo al máximo.
¿Te animarías tú a desarrollar un talento dormido a estas alturas?
Cultívalo sin miedo, con alegría, como si fuera un juego. Y sé feliz.
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