¿Te interesa un recurso motivador gratuito? ¿Uno que no solo mejore tus ánimos a corto plazo, sino que extienda sus efectos benéficos al largo plazo?
Hay unos cuantos. Pero hoy le toca a (tachánnn)… tu diario. Vamos a ver cómo puedes usar ese mismo diario para motivarte y, como consecuencia inevitable (qué bien), vivir más feliz.
Espera, espera. Antes de que pienses que eres muy flojo para llevar un diario… a diario, valga la redundancia, considera que el instrumento existe para que lo adaptes a ti y no a la inversa.
Los expertos recomiendan unos 20 minutos al día haciendo este ejercicio. Pero yo suelo hacer menos, a veces me salto días e igual noto beneficios.
Es que hay diarios de distintos tipos. Vamos a explorar unos cuantos, a ver a cuál se parece el tuyo o a cuál quieres que se parezca.
Tu diario y su propósito. ¿Cuál es?
1. El diario “clásico”. En este recoges tus experiencias cotidianas, hablas de tus sentimientos… Y hay de todo un poco, como sabes.
2. El diario de aprendizaje. Está enfocado a retratar tu progreso en la adquisición de conocimientos o en la mejora de habilidades en un área en particular.
3. El diario hacia “tu meta”. ¿Ejemplos? El que llevan los corredores, la gente que quiere mejorar su alimentación y perder peso, la gente que quiere librarse de una adicción, etc.
4. El retrato de una etapa. Bien puede ser la resolución de un problema complejo. Bien, una estancia en el extranjero. O cualquier otro capítulo de tu vida que quieras retratar.
5. El diario espiritual. Hay personas religiosas que llevan este tipo de diario para reflexionar sobre su fe y hacerla fuerte. O no religiosas que, al margen de sus creencias, tienen un propósito parecido.
6. El archifamoso diario de gratitud. El pequeño hábito de anotar a diario tres cositas buenas que aprecies ese día tiene un poder transformador impresionante.
(Basta con tres, sí. Porque se van acumulando, al tiempo que mejora tu capacidad para apreciarlas.)
Y también voy a mencionar el mío:
7. Un registro de productividad. Anotas las tareas (sobre todo, las prioridades) que has atendido ese día.
Pocas o muchas, eliminan el pensamiento “autoflagelador” de: No he hecho nada en todo el día.
Y, además, puedes consultarlo cuando quieras para tomar decisiones o darte un chute de motivación cuando más lo necesites.
A la motivación hemos llegado…
El diario transformado en un instrumento motivacional
Sin tener la intención, mi humilde registro de productividad fue evolucionando (suele pasar con los diarios, con los blogs, etc.).
Un día, añadía una imagen bonita. Otro, una canción o una frase inspiradora, de esas que te levantan la moral. O yo misma hacía mis frases, dejándome un mensaje positivo.
Y, ¡caramba!, se ha ido convirtiendo en un diario muy motivador. Ahí está, cuando necesito una dosis de fuerza para emerger.
En mi vida, como en la de cualquier persona, hay problemas, experiencias oscuras, miedos y pensamientos debilitadores. Tener un rincón de este tipo, donde guardas fuerzas, es un recurso útil.
Puedes postear en las redes sociales palabras, vídeos o imágenes preciosas. Ahí están, para ti y para la gente que quieras.
Pero un diario es distinto. Es un instrumento íntimo que, además, te da la posibilidad de ser siempre tú mismo. Tú, con tus excentricidades o contradicciones y con las cosas que te da vergüenza admitir que te emocionan.
¿Qué necesitas para crear tu propio arsenal motivador?
Tiempo. Si no son 20 minutos, que sean 5. Guarda en ese rincón un mensaje corto que te anime. Hazlo seguido, con la frecuencia que tú decidas.
Y un soporte. Elige lo más cómodo para ti: una libreta, un blog privado, una aplicación en el móvil…
Hay pequeños hábitos que tienen bastante impacto. Y este es uno de ellos.
Poco a poco, llena tu diario de siempre (o uno nuevo) de piezas que sean positivas o motivadoras para ti. Hazlo muy tuyo. Será como guardar energía en una botellita, para darle un trago ese día que estés sediento.
Mira si te sirve. Compruébalo.