Empezar es duro. Pasar a la acción que te conviene no es cómodo.
Implica que dejes la placidez de lo que estás haciendo ahora, para realizar una actividad más exigente. Y, muchas veces, las ganas no acompañan.
Este problema lo conocemos la mayoría de los humanos. El momento de remangarse y empezar es duro. Pero también es duro no empezar.
¿No es duro dejar que una “obligación” te persiga durante tu tiempo de descanso? ¿No es duro ver cómo tus planes no quedan reflejados en un cambio? La inacción también es poco apetecible.
Por eso queremos encontrar la manera de erradicar la procrastinación; la manera de hacer el comienzo menos incómodo. Y, entre las opciones que tenemos, una eficaz en la “cura” de la procrastinación es: pasar a la acción, sin darle tantas vueltas.
Si esperas demasiado, las ganas que tenías al comienzo (si fuera el caso) tienden a desvanecerse, al acomodarte en la espera. Las excusas se multiplican, por lo mismo. Y las dudas e inseguridades crecen.
¿La acción es tan dura como la pintan?
Hacer lo que no te apetece (en este momento) suena antipático, aunque tú mismo hayas elegido esa acción y sabes que es buena para ti.
Vamos a buscarle el encanto al momento de la acción, ¿te parece?
➜ La acción es la que produce el cambio. La motivación ayuda. Las buenas intenciones, las ideas claras, bienvenidas sean. Pero lo que te va a dar lo que quieres es que te pongas manos a la obra.
➜ La acción es una gran maestra. Por más que estudies, planees o pidas consejo, cuanto más aprendes de una cosa es haciéndola.
➜ La acción echa la bola a rodar. Cuando estás atascado, hay veces que no necesitas pensar ni descansar más. El impulso que buscas lo puedes generar con una primera pequeña acción que te ayude a ponerte en movimiento.
➜ Una acción vale más que mil palabras. Dos minutos hechos de ejercicio valen más que la hora sin hacer que dijiste que harías.
Esos dos minutejos hacen probable que mañana repitas. Y al día siguiente. Y al otro. Pueden convertirse en un hábito. Pueden evolucionar hasta ser la hora diaria de ejercicio que tú quieres.
La acción no tiene porqué ser tan dura ni tan difícil. Progresar, aunque sea un poquito, está al alcance de todos.
Al principio de la acción puedes sentirte incómodo. Pero también es duro dejar que tus sueños por cumplir mueran, que tus mejores ideas se olviden, que tus ganas se apaguen… sin que eso dé fruto.
Comienza. Comencemos, cada uno en lo que quiera construir. Hagamos una acción hoy. Otra, mañana. Convirtamos la acción en un hábito y llegará el día en el que lo más difícil será NO hacer, quedarse quieto.