Aquí está la razón por la que no haces eso que te has propuesto

Esta entrada nos recuerda que hay planes que se quedan siendo planes. Aquí está la razón: hay que actuar pronto.

Dices que quieres adelgazar, dejar de fumar, estudiar piano una hora por las tardes o tener la casa limpia como una patena.

Entonces, es cuando alguien te suelta: Del dicho al hecho hay mucho trecho.

¡Ay! Ese refranero y su sabiduría ancestral…

La frase está acertada, al igual que su variante moderna: Es más fácil decirlo que hacerlo.

También es más fácil pensar o leer sin descanso sobre ello y elaborar un plan meticuloso para lograr lo que quieres, aunque ambas cosas ayuden.

Hacerlo es otro cantar.

una mano tiene la llave, la clave

Por ejemplo, el clásico objetivo de perder unos kilitos. Sabes que, básicamente, lo que has de hacer es ingerir menos calorías y moverte más.

Y, sin embargo, lo vas dejando… Sí, yo también lo dejo. ¡Mañana empezamos!

El odioso trecho

¿Por qué nos cuesta tanto pasar a la acción? ¿Cómo recorrer ese trecho que nos impide empezar de una vez?

Leo Babauta (en zen habits) nos lo cuenta: Sólo hay una pequeña cosa que separa el dicho del hecho: el miedo.

Miedo al fracaso, al esfuerzo, a las privaciones, a las incomodidades, al rechazo, al cambio, etc. Como nos asusta ese nuevo escenario, nos ponemos excusas para escapar. 

Procrastinamos como bellacos.

Poco después nos sentimos mal y, quizás, procuramos re-motivarnos. Leemos más sobre el objetivo, elaboramos un plan infalible y les comentamos nuestras intenciones a las amistades para comprometernos más.

Pero seguimos sin hacer lo que hay que hacer.

¡Ya basta! ¡Pasemos a la acción de una vez!

Saltando el trecho

Babauta nos lo dice: Leer, lo necesario; hablar, lo justo. ¡Hacer! ¡Hacer es lo que cuenta!

Pero, ¿cómo vencemos el miedo el miedo? Primero, hemos de identificarlo.  ¿Tenemos miedo de equivocarnos, de hacerlo mal, de cansarnos…?

Ya que tenemos claro lo que nos detiene, toca enfrentarlo durante 2 minutos. Sólo 2.

Es un corto espacio de tiempo que apenas intimida y que dedicar a: Ejercitarse, estudiar, limpiar, comenzar a escribir un post…

Con esos 2 minutos rompemos el hielo y, si lo que nos asusta es hacerlo mal, poco podremos equivocarnos en un tiempo tan escaso. 😀

No obstante, si algo sale mal, aprendemos la lección para la próxima… y vuelta a los 2 minutos de acción.

Esos 2 minutos los iremos alargando poquito a poco. Quizás se conviertan en 60. Pero tenemos que empezar y 2 es un buen número.

¿Qué tal si nos lo ponemos fácil? ¡Manos a la obra!

Relacionado: