A ver quién de nosotros no tiene por ahí tareas que no le gustan pero que es necesario hacer. Prácticamente todos, imagino. Si hay días en los que, incluso, cuesta trabajo hacer lo que habitualmente nos gusta…
De eso hablaremos. De hacer lo que hay que hacer cuando no tienes ni pizca de ganas y no hay nadie que lo vaya a hacer por ti.
¿A qué tareas nos referimos?
A cualquiera que en este momento no te apetezca: enfangarte en las tareas domésticas, ponerte con tu tabla de ejercicios, estudiar, ordenar facturas, etc.
La primera propuesta y la mejor, a mi parecer, es la que sigue.
No lo pienses demasiado
Si le das vueltas pensando lo mal que lo vas a pasar y lo aburrido que es, se te van a ocurrir excusas para no hacerlo, es decir, para procrastinar.
No corras el riesgo. Lánzate sin pensar.
Una vez entrado en faena, no es tan duro, ¿no crees? Haz la prueba, a ver si aguantas 10 minutos y luego decides si dejarlo o no.
(Es otra idea.)
Y otra enorme ventaja de no darle vueltas es que disminuye el tiempo que está esa tarea en tu cabeza y en tu agenda.
Sé creativo
Si la tarea te lo permite, intenta restarle aburrimiento.
Depende de lo que se trate, podrías probar a que no sea exactamente lo mismo que otros días: añadiendo música, empezando de otra manera, dividiéndola en trocitos, etc.
Transforma la tarea en un juego, si se deja.
La variedad ayuda a mantener la motivación, a que no se te haga tan duro esta vez y a que, la próxima vez que te toque, tampoco la veas tan «peñazo».
Recuerda experiencias similares
A mí esto me sirve muchísimo cuando me frena la falta de ganas de hacer algo.
Recuerdo, por ejemplo, días en los que me ha costado muchísimo trabajo hacer las tareas de la casa y cómo, no solo vencí la falta de ganas, sino que terminé con la tarea…
¡Qué bien sienta terminar un trabajo! Cuanto más pesado es, mayor es la satisfacción.
Rememora, rememora… Que tú conoces esa sensación estupendamente.
… Y no olvides felicitarte por empezar
Tan pronto como te sacudas la pereza, la apatía o el desgaste y te pongas manos a la obra, dedícate una ovación mental (o real, si gustas).
En este momento, hay personas a quienes ha vencido la desgana. Tú mismo te has dejado vencer alguna que otra vez, pero hoy no.
¿No es para estar contento contigo? ¡Desde luego que sí!
Redondéalo terminando la faena pronto, para que la próxima vez te cueste menos repetir la gesta.
¿Estás listo?
Lo de arriba es una entrada antigua.
Esa fue la primera vez (creo) que toqué este tema en el blog, el de las tareas poco apetecibles.
Durante estos 8 años me ha interesado bastante la productividad y he publicado cosas parecidas mientras aprendía sus fundamentos. Como estas dos:
Cómo hacer otra vez la tarea más pesada del mundo.
o… 7 Maneras de hacer que te guste una tarea que odias.
En esas dos entradas se apuntan ideas para enfrentarte a tareas que te resulten pesadísimas. Si has leído antes material sobre productividad, te sonarán bastantes de esas ideas.
¿Sabes por qué? Porque la teoría es muy fácil.
- Eliminar distracciones.
- Poner límites de tiempo.
- Construir hábitos y rutinas.
Cosas como esas ya te suenan, porque son de sentido común y están difundidas en abundantes medios.
La parte difícil de la productividad es la práctica. Y esa, lamentablemente, no se puede dejar escrita para que la incorpores a tus conocimientos. Eres tú el encargado de elaborarla.
Muévete y encuentra TU manera
Hacer lo que no te apetece hacer suena a sufrido, si te lo tomas así. Nadie te impide adoptar una actitud distinta.
Puedes ver lo que necesitas hacer (y que no te apetece) como una acción necesaria para conseguir otra cosa que sí quieres.
Y, qué caramba… En el peor de los casos, ¿qué pasaría por asumir que es difícil?
¿Qué?
Será difícil, doloroso, aburrido… o una porquería, directamente. Pero, si consigues superar esa prueba y sacar un buen resultado del mal rato que vas a pasar, serás más fuerte para afrontar la próxima prueba que tengas delante.
Ser más productivo, fuerte, ingenioso… Eso no lo regalan en la tómbola ni se desarrolla haciendo solo las cositas que te apetece hacer.
Cuando haces lo que te conviene, aunque no te apetezca hacerlo ni lo más mínimo, estás creciendo. Muchas veces es así.
Ahora, ponte derecho. Cuenta hasta tres. ¡Y vamos!
No necesitas nada más.
Imagen de cobalt123
Malú dice
Cuando estás educando hijos y uno de los lemas es «lo que hay que hacer se hace», no caben excusas y a veces … uffff, podrías encontrar mil.
He descubierto los audiolibros, que para algunas tareas, compensa bastante.
Vaya, que las varitas mágicas se agotaron y no nos queda otra que empezar porque es la única forma de acabar.
Perdona, Casandra, si me extendí, es que hoy hace mucho calor para hacer nada y busco excusas para procrastinar.
Un besito
Casandra - TBM dice
Es complicado, Malú. A veces las excusas, por bien elaboradas que estén y uno se las crea, son sólo eso: falta de ganas. Otras, no. Ahí tiene que estar uno para ver qué hay detrás y buscarle alguna solución…
Respecto a las varitas mágicas, ojalá existieran. 🙂 Pero hay quien abusa mucho de ese deseo. Por bueno para motivar que sea un recurso (no incluyo a este blog), no va a hacer el trabajo por ti. Lo digo, aprovechando el tema, porque hay quien me ha escrito comentarios diciendo: «Puaf! Esto no sirve.» Y, en realidad, la intención del post que fuera va más en la línea de animar, dar ideas, ver las cosas desde otra perspectiva, etc.
Lo alucinante es que hay quien espera que un libro, un blog o lo que sea… vaya a hacer el ejercicio por ti, a relajarte, a estudiarse tu examen de matemáticas o a subirte tu autoestima como quien maneja un termostato. 😮
Pues, no. Cada uno tiene que hacer sus cosas buscando el modo, ideas, apoyos, etc.
Perdona. Yo sí que me he extendido. 😀 Muchísimas gracias por tu reflexión y ¡ánimo!, que las madres sí que podéis enseñarnos muchísimo a todos sobre estos temas. Lo digo con mucha admiración.
Besos!