Un enfoque motivador del trabajo doméstico

Hay ciertos trabajos en los cuales permanecer motivado constituye un mérito considerable. Hablaremos hoy de uno de ellos: el trabajo doméstico.

No el que realizan los profesionales que se dedican a él, sino el que nos atañe a todos. Porque, quien más y quien menos, todos realizamos algunas tareas domésticas.

Me lo decía mi madre hace muchos años: “El trabajo más desagradecido es el de la casa.

Cómo no creerla…

tareas domésticas

La pobre soportaba el mayor peso de las tareas del hogar: cocinar, limpiar, fregar, comprar, hacer la colada, etc.

Así, un día tras otro, empezando por la mañana temprano y superando de largo las diez horas de trabajo diario.

Mi padre llegaba a casa después de su trabajo y se encontraba la mesa puesta. Después de comer, se iba a descansar.

El reparto de responsabilidades estaba claro: para mi padre, el trabajo afuera; para mi madre, la casa y los niños. ¿Quién tenía la mayor carga? Mi madre, sin lugar a dudas.

Cuando había que tomar alguna decisión que concernía a las finanzas familiares, ¿qué opinión pesaba más? La de mi padre, que era el que traía el dinero a casa.

En cuanto tuve el más mínimo uso de razón, me prometí a mí misma que jamás viviría una situación parecida a la de mi madre.

Perdón por la historia familiar. Quería partir desde un punto realmente desmotivador. 😉

Porqué desmotiva el trabajo doméstico

  • Es repetitivo. Limpias o friegas algo y al rato hay más de lo mismo. La comida hay que hacerla todos los santos días, etc.
  • Es cansado. Por lo repetitivo que es, porque hay que hacerlo cada día y para una persona sola es mucho trabajo (más, si la casa es grande y hay muchos a los que atender).
  • No brinda oportunidades de progreso. Puedes aprender a barrer o a planchar como una diosa (si es que las diosas lo hacen), pero a nadie le importará.
  • No tiene compensación económica. Es un trabajo necesario para la supervivencia de la familia, pero nadie lo paga.
  • No hay compensación social. Es mejor considerado “traer dinero a casa” que organizar la casa en sí y ocuparse de todo el trabajo en el interior.
  • Si el mayor peso recae en una sola persona, apaga y vámonos…

Y todavía puede ser aún más pesado: ¿Qué hay de quien tiene una profesión remunerada y además tiene que ocuparse de todo el trabajo doméstico?

¿Y de quien, además, cuida de una persona que está imposibilitada para hacerlo por ella misma? ¡Una medalla merecen todas esas criaturas!

Ya que estamos lo suficientemente desmotivados, es hora de ascender…

Cómo evitar esa desmotivación en las tareas hogareñas

  • Estableciendo tiempos. Las tareas de casa no pueden ocupar todo el día. El trabajo de sol a sol pasó a la historia o ya va siendo hora de que pase.
  • Repartiendo responsabilidades. El trabajo doméstico es responsabilidad de todos los que habitan una casa. Si bien alguien puede organizarlo, el resto no está para “ayudar” sino para cumplir con su parte del trabajo.
  • Trabajando con diligencia. Rápido y sin perfeccionismos. Tratando de que ocupe el menor tiempo posible y sin postergar tareas innecesariamente.

También puedes echar un vistazo a estas recomendaciones para ahorrar tiempo de limpieza, donde están éstas y otras ideas, por si te sirven.

Y algo importantísimo de lo anterior en lo que me gustaría hacer hincapié: la educación de los más pequeños.

Se ha de comenzar lo antes posible a involucrar a los niños en el trabajo doméstico.

Desde muy pequeñitos, es conveniente que los niños se acostumbren a llevar su plato a la cocina después de terminar de comer o a recoger sus juguetes. Lo que sea que ellos puedan hacer.

¿Para qué?

Además de que favorece su autonomía y su autoestima, aprenden a apreciar el esfuerzo que conlleva el trabajo doméstico, se acostumbran a realizarlo y adquieren la responsabilidad necesaria para cuidar de sí mismos.

A fin de cuentas, de eso trata el trabajo doméstico: de cuidar de uno mismo y del sitio que habita.

Así, cuando se planifica adecuadamente lo que hay que hacer, se deja atrás el perfeccionismo y se reparten las responsabilidades equitativamente, el trabajo doméstico deja de ser algo tan ingrato, ¿no crees?

Imagen de: wiccked

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Comentarios
8 respuestas a «Un enfoque motivador del trabajo doméstico»
  1. Vicky White

    Precisamente ahora mismo vengo de estar limpiando, fregando, etc. Te doy toda la razón. Es un trabajo bastante desagradecido porque final, lo que se dice final, nunca tiene… En fin; tomárselo con calma y no pretender que quede perfecto son ahora mis armas. Y digo “ahora” porque el perfeccionismo me traía de cabeza hasta que lo ha aparcado un poquito en estos menesteres.
    También suscribo la idea de que hay que concienciar a los niños pequeñitos para que hagan cosas. Así, además de lo que apuntas del desarrollo de su autonomía y su autoestima, ya se van acostumbrando, y, como bien dices, cuando sean mayores no les costará tanto trabajo porque prácticamente lo habrán automatizado. 🙂 Prácticamente he venido a repetir todo lo que has dicho, pero es que estoy de acuerdo con todo. Ja,ja…

    1. Muchas graciassss!! No por estar de acuerdo, precisamente, sino por solidarizarte con quienes tenemos mucha faena en casa. 😉

  2. Esooooo!!!

    Reivindiquemos el valor del trabajo hogareño. Que tiene mucho mérito, caray!

    Saludos 😀

  3. A.C.

    Porque no nos conocemos, que si no diría que tu madre es la mía también, jajaja Esa frase se la he escuchado decir cientos y cientos de veces.

    Siempre he dicho que admiro a las amas de casa.

    Cuando era niña me asombraba del trabajo de mi madre. No paraba en todo el día. Ella me decía que mi trabajo era estudiar, que ya tendría tiempo de hacerlo cuando fuera mayor, así que no permitía que hiciera gran cosa. (Ahora con la perspectiva que te da el paso del tiempo, intuyo que la estorbaría en sus quehaceres).
    Adoro a mi madre, pero considero que fue un craso error.
    ¿Resultado? Una adolescente de sobresalientes, pero inútil en el trabajo doméstico que apenas sabía freir un huevo. Si no enseñas a tus hijos desde peques luego no les exijas de golpe y en plena adolescencia que hagan todo lo que no han hecho hasta ese momento. Es conveniente “perder” , mejor dicho, “invertir” el tiempo en enseñarle cuando todavía tienen buena predisposición que luego gastar tus energías en broncas con un adolescente.
    Pienso que a los peques hay que inculcarles que el realizar las labores domésticas es una rutina a la que hay que convertir en hábito. Algo tan importante y necesario como asear nuestro cuerpo diariamente es el ser capaces de mantener nuestro espacio limpio y despejado. Pero sin extremos, eh? ;D
    Un niño pequeño puede efectuar perfectamente pequeños gestos como recoger los juguetes, retirar su plato tras la comida, poner las servilletas en la mesa, echar su ropa sucia al cesto de la ropa, ayudar a colocar los cubiertos limpios en el cajón, etc., etc. … Esto a su vez, les permitirá ver que están ayudando a su madre, y si encima ella les da un achuchón, recompensa doble. No hay mayor satisfacción que el ayudar a alguien querido.

    Así que, y para terminar, repetir que el trabajo de un/a buen/a ama de casa es, es, es… no tiene precio.

    Por curiosidad, ¿habéis leido alguna vez la guía de la buena esposa de los años 50?… sin palabras.

    http ://laoveja 100. wordpress.com /2010/11/08/ guia-de-la-buena-esposa-1953/

    Un abrazo, y un blog estupendo.

    1. TBM – Casandra

      Muchas gracias por tu aporte, A.C. 😀

      Y muchas gracias por la guía de la buena esposa, que no tiene desperdicio. Con semejante bagaje de servicio y sumisión, demasiado bien lo hicieron nuestras madres, tan acostumbradas a cargar ellas solas con todo eso.

      Qué bueno es poder decir en este caso que los tiempos cambian y en nuestras manos está que sea para mejor, haciendo que el reparto de las responsabilidades en casa sea diferente.

      Un saludo y reitero mi agradecimiento. 😉