La motivación es ese impulso que hace que te levantes y te pongas manos a la obra. Y, además de alimentarla un poco cada día, no está de más evitar una serie de errores que la debilitan.
Hoy hablaremos brevemente de varios de esos errores y de la manera más práctica de subsanarlos. ¿Nos acompañas?
¿Cuáles son esos errores desmotivadores?
1. Pensar demasiado: ¿Qué pasaría si…? ¿Y si hubiera hecho esto o aquello? Si entras en esa dinámica del embrollo mental, puedes permanecer paralizado indefinidamente.
Solución: Confía en tu criterio y deja de preocuparte por tantas hipótesis. Del miedo nacen las excusas y es importante dar un primer paso que ponga fin al estancamiento.
2. No empezar: Es difícil comenzar con un gran reto, porque tienes que abandonar su situación actual y pasar a otra donde se avecinan malos o costosos momentos.
Solución: No pensar en «el lote completo» y concentrarse únicamente en el paso siguiente. Simplemente, empezar con un paso.
3. Ignorar el problema: Si fumo, fumo, y si quiero ir en coche a comprar el periódico a la vuelta de la esquina, lo haré.
Esta afirmación rotunda viene a veces de alguien que intentó cambiar en el pasado y no lo consiguió. ¿Qué hace? Enterrar el objetivo en su memoria, a pesar de que sabe que lo que hace no es lo más beneficioso.
Solución: Nunca es tarde para aprender y para adquirir hábitos que mejoren nuestra calidad de vida. Nunca. Hay que darse la oportunidad de seguir intentándolo.
4. Comenzar con demasiada energía: Claro, tanta energía que acabas agotado al poco tiempo. El cansancio hace que lo mandes todo a la porra.
Solución: Dosificarse. Empezar despacio e ir subiendo el ritmo, aunque de entrada estés listo para comerte el mundo.
5. Pretender cambiar varias cosas a la vez: Has decidido levantarte más pronto, hacer ejercicio a diario, ir a clases de japonés y de cocina, etc. ¡Un cambio de vida rotundo! Perfecto, pero cambiarlo todo a la vez y de golpe consume mucha energía.
Solución: Cambiar una cosa y, una vez afianzada, la siguiente. Así hasta completar todas las de la lista.
6. Desanimarse por los errores: Nos referimos tanto a esos errores del pasado que te dicen que ya fracasaste con anterioridad y también a los que surgen ahora. No intentarlo por miedo a hacerlo mal es un lastre.
Solución: Ver los errores como algo natural en el proceso de aprendizaje; proporcionan experiencia. Y, si te hiere o te preocupa lo que digan los demás, saca tu impermeable y vístelo.
7. Cambiar de objetivo rápidamente: Esto ocurre habitualmente cuando pasa la euforia de los primeros días o surge el primer gran obstáculo en el camino.
Empiezas algo y, cuando llevas un tiempo, descubres que ya no te interesa y lo sustituyes por otra cosa. A veces está bien, pero ya supondrás que hacerlo a menudo hace que se terminen pocas cosas en la vida.
Solución: No te precipites y evita sentirte mal. Sigue con lo que tienes ahora entre manos y deja anotado el nuevo objetivo, que vaya madurando en tanto tú procuras darle un buen final a lo que haces ahora.
Añadimos uno más.
8. Estancarse por la presión: Hay personas que bajo presión es cuando más rinden, mientras que otras se paralizan o avanzan a un ritmo más bajo del habitual. El segundo grupo corre el riesgo de colapsarse y tirar la toalla.
Solución: Que no cunda el pánico. Si le tienes alergia a la presión excesiva (como yo), aligera la carga comenzando por las piedras mayores (obligaciones, tareas…). Conforme éstas vayan quedando atrás, vas a ver que vas recuperando el buen ritmo. A mí me funciona.
¿Qué te parece? Si caes en alguno de los errores anteriores, tranquilo. No estás solo en eso. Y tampoco lo estás si andas buscándole remedio. 😉
Imagen de bmhkim