¿Estás listo para empezar una nueva etapa?
Por si las necesitas para la transición, en esta entrada tienes unas cuantas herramientas que puedes sumar a las tuyas. Aunque, tal vez, tan solo te haga falta recordar lo que ya sabes.
Todos pasamos por variadas transiciones a lo largo de nuestra historia:
- terminamos y empezamos relaciones, trabajos, estudios, proyectos;
- cambiamos de entornos (nuevos nombres, otras caras, lugares distintos);
- renovamos lo conocido con cientos de interrogantes.
¿Qué pasará? ¿Cómo me irá? ¿Y si me he equivocado al elegir?
Los cambios más llevaderos son esos que eliges tú y, dentro de lo que cabe, apuntan a ser beneficiosos. Puedes estar nervioso, estresado. Pero es manejable.
Por ejemplo, que te cases con la persona que quieres o que te promocionen en la empresa y te den, al fin, el puestazo que te mereces.
Claro que también hay cambios que no eliges. Llegan y… ¡zas! De un día para otro te ves empezando una etapa distinta.
Esas transiciones añaden más zozobra emocional. Sobre todo, si no tienes ni idea de lo que el cambio te depara o si llevas mucho tiempo relativamente tranquilo, sin que haya sobresaltos de este tipo en tu vida.
¿Cómo lo manejas? ¿Cómo entras en ese nuevo capítulo de tu historia?

1. Ve preparándote
Si tienes algo de tiempo antes de adentrarte en la nueva situación, aprovecha para leer, aprender, investigar, preguntar y empaparte con experiencias de personas que han superado la prueba.
Hay cambios que se prestan a ello. La formación e información oportunas pueden despejar incertidumbres y, con ello, facilitar que disminuya la ansiedad.
Esa es la preparación “técnica”. Y tan importante como esa es la preparación mental.
De paso que investigas, te conviene ir asumiendo que te espera un periplo de adaptación, con lo que ello supone: subidas y bajadas; aciertos y errores; sonrisas y gestos de contrariedad. Será una aventura.
2. Alimenta tu actitud positiva
Cuando la transición se antoja favorable, es relativamente sencillo alimentar la actitud positiva. ¡Presientes que te aguarda algo bueno!
Pero hay veces en las que estás tan intimidado por el cambio, que los miedos y las dudas se comen cualquier pensamiento positivo. No, no te sale.
Si eso ocurre, aprovecha el resquicio de sosiego que encuentres para recordar que todas situaciones tienen su lado positivo y su lado negativo.
Que, ahora mismo, no veas el lado positivo de la situación, no quiere decir que no lo tenga. Quizás, a medida que vayas avanzando y despejando incógnitas, lo empieces a ver.
Y, si los miedos no te dan tregua, tal vez te resulte lo siguiente…
3. Practica un «pesimismo positivo»
A mí esto no me funciona mucho. Pero ahí queda el consejo de los estoicos, por si es útil en tu caso.
Pregúntate: ¿Qué es lo peor que puede pasar?
Así te preparas para distintos escenarios que te aterran. Aunque lo más probable es que no llegues a pasar por todos ellos.
«Sé que todo me puede suceder, pero sé también que no todo me sucederá. Y así espero lo favorable y estoy aparejado para lo adverso.» (Séneca)
Eso, eso. Provéete de lo necesario para superar los obstáculos más probables. Pero, después, vuelve al presente. Y prepárate para lo que sí quieres que ocurra.

4. Planea atando tus expectativas en corto
Si la nueva etapa es el inicio de un negocio o de cualquier otro proyecto en el que te traces objetivos, mantén los pies en la tierra.
Es estupendo que tengas aspiraciones y apuntes alto. Pero eso ha de traducirse en acciones concretas y realistas que harás cada día, con vistas a ir superando una etapa tras otra.
Ejemplo: ¿Quieres unas calificaciones brillantes en tu recién estrenado curso? Maravilloso, pero impreciso.
- Para empezar, concéntrate en este trimestre.
- Hazte un horario de estudio para la semana.
- Proponte salir victorioso en la próxima prueba que se presente.
Como quieras, pero divide. Y ve poquito a poco.
5. Sé flexible y abierto
Ábrete a lo que puede ofrecerte la nueva etapa y deja de compararla con la etapa anterior.
Si firmas los papeles del divorcio o inicias una relación, no compares eso con lo “bien” que estabas antes, deseando volver atrás, si ya no es posible.
Si vas a empezar con un nuevo trabajo, lo mismo.
La novedad no siempre es fácil de aceptar. Qué va. Pero la resistencia y una mente cerrada vuelven el proceso más difícil.
Vas a empezar una etapa en el que aprenderás bastante. Tendrás oportunidades para encauzarte y vivir experiencias positivas. Pero, para verlas, habrás de mirar hacia delante.
6. Busca apoyos
En tu entorno puede haber personas que estén encantadas de apoyarte: tu familia, tus amigos. Quizás, te dé la mano algún colega o conocido que pasó por donde tú estás ahora.
En el peor de los casos: que no haya nadie cercano receptivo o que creas que no van a entender lo tuyo, puedes acudir a profesionales para que te guíen.
La transición se hace más llevadera cuando puedes contar con el apoyo humano. Búscalo. Otra vez te tocará a ti dar luz y fuerza a quien lo necesite.
7. Empieza tu nueva etapa. ¡Lánzate!
Llega el momento en el que tienes que poner los pensamientos en “pause” y lanzarte de una vez. ¡Allá vas!

La acción también tranquiliza. En cuanto te veas dando pasos y resolviendo una duda tras otra, los nervios irán amainando. ¿Acaso no te ha pasado otras veces?
También te consta que has de ser paciente por un tiempo, hasta que le tomes el manejo a la nueva situación.
Habrá altos y bajos. Puede que más “bajos” de los que quisieras antes de que lleguen los “altos”.
Hay transiciones y comienzos que son duros. Ponen a prueba tu carácter, tu valor, tu paciencia, tu capacidad para persistir. Aunque, de paso, te ayudan a construir esos valiosos activos.
Si este es uno de esos comienzos difíciles, date permiso para equivocarte. Permiso para no avanzar como un sprinter. Permiso para caer, volver a levantarte y aprender de la experiencia.
Esto no es nuevo para ti. Lo has hecho otras veces. Has empezado unas cuantas etapas en tu vida y aquí estás para contarlo.
Utiliza todo lo que ya sabes, provéete de las nuevas herramientas que consideres oportunas. Y ¡adelante!
El pasado ya tuvo su desenlace. Desempolva tu coraje, que te toca usarlo para escribir el futuro.