Fuerza y acción conjugadas. De ahí nace el esfuerzo.
Muchos dicen que, administrándolo y canalizándolo adecuadamente, se consigue cualquier objetivo que nos propongamos.
Bueno, casi siempre…
1) El esfuerzo no garantiza el éxito
Comencemos por la lección más agria de las cinco. Porque, aunque admitamos que el esfuerzo es un componente que casi siempre está presente en las historias de éxito y que es uno de los más importantes, no es el único.
Junto al esfuerzo juegan otros factores. Entre ellos, la toma de decisiones oportunas y elementos que no podemos controlar, como el talento, el apoyo del entorno, etc.
Aquí tenemos algunos ejemplos de ésos últimos: El éxito no depende sólo del esfuerzo.
Hay veces en las que todos esos “elementos incontrolables” se alinean con el esfuerzo, haciendo más probable el triunfo. Otras veces, por el contrario, esos elementos juegan en tu contra.
2) Se puede lograr más con menos esfuerzo
La clave no es tanto CUÁNTO te esfuerces, sino CÓMO optimices ese esfuerzo. Para que éste dé los frutos que esperas has de:
- conocerte a ti mismo,
- saber lo que quieres,
- tomar decisiones,
- apegarte a ellas
- y organizarte bien, muy bien (con descansos incluidos para recuperar fuerzas).
De esa manera, rentabilizas cada gotita de sudor que has empeñado en tu objetivo. Y, aun así, te encontrarás con otros “elementos incontrolables” y no previstos jugando a favor o en contra.
Por lo que habría que añadir algo a esa receta: flexibilidad.
Ésta es necesaria para ir variando tu estrategia en función de cómo vayas evolucionando, para adaptarte a los cambios, para superar rápidamente los tropezones y también para sacar provecho de esos “elementos incontrolables” cuando juegan a favor.
Te pondré un ejemplo: Yo escribo a diario en este blog, pero no me esfuerzo todos los días lo mismo, con la misma intensidad. Unos días, porque no me sale y otros, porque no es necesario.
Entre las entradas que más aceptación han tenido, hay unas cuantas en las que puedo decir que me he esforzado bastante (leyendo sobre el tema, cuidando la redacción minuciosamente, etc.).
Pero hay muchas otras que han tenido éxito con un esfuerzo mínimo por mi parte.
Nota mental: No todos los días rendimos igual. Unos días estamos más inspirados, más alegres, más receptivos… o lo que sea. Y eso mismo le pasa a la gente.
Aceptarlo y aprovecharlo hace que consigamos MÁS con menos esfuerzo.
3) Nada sustituye al esfuerzo
Ni la suerte, ni las ganas, ni la inspiración o el talento pueden reemplazar al esfuerzo personal. Quien quiere algo ha de pagarlo con su esfuerzo. (Poco, mucho… el justo.)
También cabe la posibilidad de que lo pague con dinero, “comprando” a alguien que se esfuerce en su lugar. Pero, incluso en este caso, el esfuerzo de reclutar la persona ideal en quien delegar no se lo quita nadie.
Volviendo al ejemplo que te he comentado arriba: Los días de inspiración, en mi caso, no existirían de no ser por todo el esfuerzo en aprender (con resultados más discretos) realizado en días anteriores.
4) El esfuerzo sienta bien
Existe una recompensa intrínseca al esfuerzo. Es gracioso que tanta gente le tenga miedo al esfuerzo, prefiriendo sudar lo mínimo, cuando la satisfacción del “deber” cumplido está entre una de las mejores sensaciones que podemos experimentar a diario.
Esa tranquilidad se te queda en el cuerpo cuando las cosas salen bien y también cuando no es así. Estás en paz, porque por tu parte no ha quedado. ¿Qué te vas a reprochar?
5) El esfuerzo es fuente de confianza
Cuando te esfuerzas, a veces te encontrarás que has gastado tus energías en algo que no ha valido la pena. A todos nos pasa.
Pero, si estás acostumbrado a esforzarte, menos te costará volver a ponerte manos a la obra en un objetivo que sí llegue a buen puerto.
Porque el esfuerzo desgasta, pero, una vez repuesto, te encuentras con que eres más resistente. Estás más curtido. A buen seguro, mucho más aguzado a la hora de dosificarlo en próximas ocasiones.
Eso es una gran ventaja, ¿no crees?
CONCLUSIONES
- El esfuerzo es uno de los pilares del éxito. Importantísimo, virtuosísimo e inexcusable, aunque no sea el único.
- Hemos de aprender a gestionarlo adecuadamente, sin olvidarnos de ser flexibles.
- Me he esforzado en esta entrada. Pase lo que pase con ella, esa satisfacción no me la quita nadie.
Imagen de Krikit
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